El Rastro, 27 de enero de 2013. Foto de Ocramalliv |
El Amanuense nos dijo que esos libros con agujeros los colocaban en las patas de las camas en su pueblo del Páramo.
El Pescador remató la faena diciéndonos que eran para amortiguar el ruido del deseo que produce la trilla entre las sábanas.
¿Qué nos contarían esos sufridos libros si los pudiésemos abrir?
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