6 de octubre de 2016

Vinacoteca







SATURNO

Tristes. Estamos tristes, Saturno.
Porque en nombre de los galenos
nos has negado el vino.
El vino que acostumbramos.
La pausa en el suplicio.
El único respiro.
El vino del olvido...
El vino de los amantes que lo beben frente a frente.
El vino de los soldados que los torna valientes.
El ángelus campesino y el santo vino obrero.
El vino del pueblo austero.
El vino de los marcados por el vino de por vida.
El vino de los sin techo que los mece y los abriga.
El vino de los altares y el vino del rito profano.
El vino del buen samaritano.
El vino del infeliz que lo franquea ante su amada.
El vino del estudiante que lo vomita de madrugada.
El vino que invoca la musa y el que trae la mala idea.
El vino bronco de la pelea.
El vino del exiliado por el que cobra su terruño.
El vino del joven poeta que lo dispensa del ayuno.
El vino del palacio y el corriente de la casa.
El ansia de vino que nos abrasa.
El vino de los entierros tras el caer de la losa.
El vino amargo del duelo, de la ausencia en cada cosa.
El vino reminiscente y el vino del olvido.
El vino que nos duerme compasivo.
El vino de los amigos que lo brindan por su encuentro.
El vino del solitario que lo rumia en sus adentros.
El vino de los grandes fastos y el vinazo de la plebe.
El vino y que la tierra nos sea leve.
El vino del gran mundo y los salones exclusivos.
El vino de las meriendas campestres bajo los pinos.
El vino de las fondas del camino y las posadas...
Adiós a todo eso, camaradas.
Adiós a todo eso, camaradas.
Tristes. Estamos tristes, Saturno.
Porque en nombre de los galenos
nos has negado el vino.
El vino que acostumbramos.
La pausa en el suplicio.
El único respiro.
El vino del olvido...

Rafael Berrio

[Malauva]

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