24 de junio de 2018

Crónica de la galerna barojiana





Comoquiera que la primavera llegaba y hasta se pasaba y reventaron las cánulas vegetales y los pólenes silvestres y las estaciones barojianas de chubascos agrios se iban, el muy perezoso del editor malabia se vio obligado a juntar los carraspeos catarrosos barojianos con los pimpollantes jardines del verano y embarcó a la prole ultramarina en el tren de vía estrecha. Algunos se reunieron en la fantasmal estación, llamada de Matallana, en la cual no hay ya nadie más que una máquina expendedora de billetes de ida y vuelta y un reloj ataúd de pie, muy serio y muy alto. Más adelante, ya en las afueras, se subió malabia con sombrero de paja, camiseta colorada y pantalón de color ala de mosca. Fuese él muy ufano por los pasillos del tren con la caja de revistas. Llegando a Perdrún se bajó presta la más de una docena de ultramarinos a la estación abandonada. Allí, ajardinados entre desconchones y árboles calvos, presentaron sus palabras a Baroja, que todas eran de los libros viejos, de la trapería suya y la de ellos y de las cosas pasadas levantando la galerna de letras del pretérito. Los tordos, gorriones y avecillas pardas se posaron en las hojillas de papel reciclado con obras del vasco y, como si su espíritu fueran, dieron un mohín de asco. Propúsose tratar a otro gran libresco para el número siguiente de la revista, a Borges, y el 'alma mater' de la publicación, el gran Gromov, entusiásmose mucho aunque el resto denigraron la propuesta. Vínose en esto muy arriba el susodicho malabia, usurpando las funciones del legítimo director de La Galerna. 

El joven malabia, que tiene más de medio siglo, nos animó a no sentir nostalgia de las veladas primaverales antiguas que celebrábamos en el molino y a mirar al futuro aquel de vía estrecha. Preparó obsequios para el quinto cumpleaños de su secta y rompió el velo de su sabatismo misterioso. Se escarneció mucho al más bisoño de los ultramarinos, negándole derechos de los otros, cosa fea y que no se debería repetir en una hermandad tan pura y fraternal donde todos han de ser iguales entre los escombros de la vida.
Volvieron al tren antes del ocaso y con gran algarabía y risas se adentraron en la polvorienta urbe para dispersarse queriendo juntarse cuanto antes.


[el cuervo]



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.