15 de diciembre de 2019

El Gran Faroni




LAS BIBLIOTECAS SALVAJES
Cuestionario ultramarino


1. ¿A quién recuerdas con ira por no haberte devuelto un libro, por qué razón y cuál?
Han sido tantos los libros escamoteados de mis estantes con préstamo inocente de por medio que casi prefiero no acordarme, la ira no me daría abasto para escarmentar a esos desleales.
2. ¿Qué ejemplar real o imaginado te hubiera gustado robar de una biblioteca conocida? ¿Y desconocida?
De la conocida, el manuscrito original (tengo copia mecanoscrita, pero no es lo mismo) de La ciudad blanca, primer libro de poemas de mi querido amigo y maestro Ángel Campos Pámpano. Tenía, además, una caligrafía preciosa.
De la desconocida, por ejemplo alguna primera edición (en español, que de inglés no tengo ni papa) de las aventuras de Sherlock Holmes, uno de mis personajes favoritos de la literatura.
3. ¿Qué libro atesorado no librarías de las llamas como consecuencia de un donoso escrutinio y por qué?
Pues alguno que tuviera repetido. Y tengo unos cuantos.
4. ¿Perderías un amigo por no haberte devuelto un libro prestado?
Dependería del amigo, del libro y de las causas y circunstancias del latrocinio. Pero esta pregunta me lleva a otra: quien no te devuelve un libro ¿puede ser considerado amigo? Ahí lo dejo.
5. ¿En qué obra de tu biblioteca te hubiera gustado que figurara tu nombre?
En alguna de Whitman, Pessoa o Vallejo (el orden no importa). Pero por citar una en concreto de otro género, no me hubiera disgustado ser uno de los personajes de “La vida, instrucciones de uso” de Georges Perec.
6. ¿A quién le dejarías en herencia tu patrimonio bibliográfico?
Esta es fácil: a mis hijas y mis amigos bibliómanos.
7. ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por librar a tu biblioteca de un incendio?
Menos mi familia directa y algunos colegas, casi todo.
8. ¿A qué obra en tu poder le cambiarías su autoría y a quién pondrías en su lugar?
Con esta sí que no me atrevo porque, ¿quién soy yo para enmendarle la plana a nadie? Que cada palo aguante su vela, que cada maestrillo acarree su librillo, que cada uno se refocile en su charco como pueda o sepa.
9. ¿De qué obra maestra de tu biblioteca te desharías con dolor? ¿Y con placer?
Con dolor, del primer libro que compré en la adolescencia con mi propio y escaso dinero: una edición del Círculo de Lectores, que aún conservo, de Ilíada y Odisea de Homero.
Con placer, del Ulises de Joyce. De hecho, ya lo hice en su momento.
10. ¿De qué amigo no escritor o escritor reconocido te gustaría poseer una obra maestra en tu anaquel favorito?
No sabe, no contesta.
11. ¿La biblioteca de qué amigo te gustaría expoliar?
La de mi querido José Luis Melero. Pero ese es un riesgo que no pienso correr bajo ningún concepto; a pesar del cariño mutuo, Melero es un cancerbero implacable de sus tesoros librescos y la cosa podría acabar en algo de sangre -la mía, concretamente- si me pillara con las manos en la masa perpetrando el delito.
12. ¿Cómo han influido en tu personalidad y en tu vida los libros conseguidos en rastros y librerías de lance?
Pues no lo sé de manera fehaciente, pero seguro que de alguna extraña manera porque no puedo resistirme a entrar en ellas y cobrar pieza cuando las descubro.
13. Cita un libro de tu biblioteca que no leerás jamás.
Venga, que sean dos, que hoy me encuentro generoso: los códigos Civil y Penal.
14. ¿Influye en tu manera de leer si el ejemplar es una primera edición? ¿Cómo?
Creo no ser especialmente fetichista en esta cuestión a la hora de leer lo que pueda interesarme. O sea, que no.
15. ¿Por qué libro desembolsaste una buena cantidad y se lo hubieras hecho tragar al editor o al autor?
La respuesta a esta pregunta desbordaría la capacidad de este cuestionario. ¡Han sido tantas las decepciones en esta cuestión! Cien sería una cifra corta, me temo.
16. ¿Qué quedaría de ti si un día te levantaras y hubiera desaparecido tu biblioteca?
Una tremenda desolación, una vasta tristeza, un muy profundo dolor, un negrísimo horizonte.
17. ¿Podría inducir la posesión de un determinado libro a cometer un delito de sangre, metafóricamente hablando, por supuesto? ¿Sentiste esa pulsión alguna vez en secreto, ante un vendedor del rastro, en una librería de viejo o un bibliófilo conocido?
1- Metafóricamente hablando, podría, podría.
2- Metafóricamente hablando, la sentí, la sentí.
18. ¿Qué tiempo dedicado a conseguir un libro lo hubieras dedicado a leer?
Pues casi todo; pero claro, antes de conseguir ese libro que quieres leer tienes que dedicarle algo de tiempo al asunto.
19. ¿Hay que conservar en nuestra biblioteca solo los libros que se han de leer con toda seguridad? ¿No anida un Diógenes en todo bibliómano?
Creo que así debería ser, pero ese Diógenes que nos habita a los bibliómanos es duro de pelar; yo expurgo y expurgo luchando contra el síndrome, pero el griego resiste en su tinaja como gato panza arriba, no hay manera de desahuciarlo del todo, sospecho muy mucho que esta es una batalla perdida.
20. ¿No constituyen algunas bibliotecas particulares monumentos a la vanidad?
¡Por supuesto que sí!




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