Buenos días, querido amigo. Fíjese usted qué cosa más curiosa. En el año 1956 otorgaron el Premio Nadal a Ferlosio por "El jarama" y el accésit, a Villalonga por "Bearn o la sala de las muñecas". Y digo que es curioso porque llama la atención que dos novelas tan distintas, y desde mi punto de vista tan desiguales, llegaran casi parejas a la meta del premio.
La primera me sorprendió cuando su lectura por el uso novedoso del vocativo "Tío", por la sucesión lentísima de los hechos que era capaz de retener la atención del lector, por la compleja narración en tercera persona y por su carácter neorrealista, entre otras características.
Por contra, "Bearn" me pareció una novela anticuada, con recursos estilísticos trasnochados y narrada en una forma más propia de un pasado finisecular que del año en que contendió al premio. Es más: ni se echa de menos un personaje con funciones de bisagra entre los hechos que acontecen, encarnado aquí en un sacerdote. Sabiamente, el autor se cuidó, tal vez influenciado por su formación académica, de actualizar el perfil del individuo dotándole de dudas, pensamientos y actitudes que servían para intentar desanclarle de la sociedad insular en que se desenvolvía y acercarle a la teóricamente evolucionada mentalidad del lector del año 56.
Bueno, como siempre, amigo, son diatribas futiles de un ocioso carentes de trascendencia.
Hoy no me despido desde el jacuzzi porque el tiempo invita a jugar al golf y salgo ya a hacer unos hoyos en la parcela aneja a mi residencia: est vita, sed dura vita.
[Sr. Quintano]