26 de marzo de 2020

Marzo, vacaciones de rico (Temporada 1)





 Querido amigo: fíjese usted en el burdo revuelo que se generó cuando Pérez Reverte tiró al mercado su novela sobre el Cid. Rápidamente surgieron voces reivindicando el arrojo, la cristiandad del aludido y la alegría de seguir sus conductas que se tomaron como reflejo de  virtudes universales.
También aparecieron voces discrepantes (David Porrinas v. gr.) que emplearon un sinnúmero de páginas para explicar que el sujeto mencionado era humano, quizá demasiado humano, por lo que no debía hacerse de su figura estandarte de nada.
Pues bien. Leyendo estos días algunas reseñas de libros a cargo de la Szymborska que se compilaron en Prosas reunidas, tropecé con la que ya en 1970 escribió a propósito de una traducción del Cantar del Mío Cid al polaco. Y en escasas líneas vino a reseñar con atinada puntería lo que pocos quieren ver: que el Cid era un pájaro de cuenta impulsado por el dinero. Y esa era la faceta que más le interesaba a la autora a diferencia, decía ella, de lo que ocurría con la Chanson de Roland en la que se dulcifica al héroe hasta hacerle pasar por lo que ni era ni podía ser.
El proto antecesor del Lazarillo.


Reciba un abrazo desde mi jacuzzi


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.