28 de noviembre de 2022

Cuaderno de Cadórniga (Visitas a una chamarilería)







Cuaderno de Cadórniga (Visitas a una chamarilera) 22 de noviembre de 2022



Esta vez cuando estaba en el escaparate llegó un hombre de la funeraria preguntando por el local del difunto de al lado para colocar la esquela. Le llevamos hasta las rejas del viejo librero y nos volvimos a la chamarilería hablando de la vida, de la enfermedad y de la muerte.
Nada más entrar encontré un ejemplar de homenaje a Victoriano Crémer que rezumaba provincia y, desde dentro, vi medio escondido en el escaparate su libro estremecedor de su cautiverio en San Marcos. Le pedí que me vendiera la camisa del libro, que me falta en el mío, negándose en redondo, seguro que si se la pedía regalada me la hubiera dado. Estuvimos luego analizando un rato un dibujo a la sanguina de un rostro femenino con dos dedicatorias que decían algo sobre los monstruos del Danubio y los monstruos de El Retiro.
Quitando unos pocos libros hallé el que estaba él leyendo: una biografía de Baroja vieja con fotos de todos sus amigos jóvenes. Le dije que cuando lo acabase de leer sopesase vendérmelo pues me interesaba. Entraron dos mujeres artistas y pintoras que buscaban una un ejemplar de mujercitas y la otra figuritas de ninfas del bosque. Respondió el chamarilero que si salía un ejemplar firmado por la autora se lo reservaría y que ninfas no tenía. Ya al final llegó Antonino con mercancía en un carro de la compra y tuvo que esperar diez minutos fuera por lo concurrido que estaba el sitio. Me fijé en un cuadro nuevo junto al techo, onírico y evanescente, de un carruaje que se aleja hacia un ocaso sobre un suelo mojado habiendo sido todas las materias tratadas pictóricamente como si no fueran materia.
M. reparó en un arca de Noé casero, le dije que ahí era todo así, como un museo al revés, que eran todos los grandes temas pasados por las casas de la gente, todas las cosas que nunca serían conservadas en un museo verdadero recogidas en el chamarilero. Luego el viento abrió la puerta moviendo un cartel de una película de karatekas.
Ya en la calle, con un aire gélido y las conversaciones inconclusas, nos despedimos hasta vernos a primeros de diciembre cuando depositemos en su local un ejemplar de la revista nuestra.

Bruno Marcos

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