29 de agosto de 2024

Páginas del Diario del topo literario

 

PÁGINAS DEL DIARIO DEL TOPO LITERARIO*


.- Estos días impares de calor ultraterreno no me sale escribir, tal vez sea porque tampoco me sale leer, se me derriten las páginas de los libros entre los dedos y me chorrea la pulpa húmeda por la muñeca abajo. Me sale entrar en las librerías, refrigeradas, sin rastro de la chirriante arena ni de grillos con ínfulas, pero no encuentro nada más que libros de playa, dorados y prestos a ser pringados por un chorrete de crema, sin especial atención al grado de protección. Y si me da por entrar a la sombra de un bar -nada de terrazas- es fácil que cruce una mirada con algún concejal de paisano ejerciendo mientras estruja la botella de agua con la que agradece el regalo de la sombra y yo pido un americano. 

Hago como que no he visto al ilustre y me viene a la cabeza cómo podría yo escribir algo que pareciera de Borges pero en realidad fuera producto de Woody Allen, ambas ironías podrían coincidir en un punto (complejo) como cuando se cruzan unas vías de tren. Del primero la ironía de poder y no querer ser un intelectual permitiendo que sus lectores se lo crean (intelectualizándolos). De Allen la ironía con la que afronta toda la panoplia de asuntos cotidianos, sobre todo lo que tiene que ver con el cuerpo físico, el sexo. Sí, es un tópico, pero qué le voy a hacer.

Se me ha ocurrido empezar considerando a Borges más ácrata que Woody y, por tanto, mejor humorista, siempre y cuando mantengamos el marchamo de humorista de Woody como elemento de trabajo; yendo a lo hondo se comprobará que lo suyo es la tragedia, justo lo contrario de lo que ocupa a Borges: todo lo lúdico en un terreno de juego topoesférico y prácticamente eterno, para enterndernos, o es que alguien ha leído una escena de contenido sexual escrita por él, recreándose; todo lo más algún árbol genealógico.

Bien, esta queja meteorológica se va a tomar un respiro.

Migro a la orilla del mar, bajando de la meseta por la parte de atrás, buscando el patio de recreo y que el viento me de en la cara, con la ocupación de buscar cada día qué hacer, a dónde ir y que parezca que hago algo sin hacer nada. (unos días antes del 1ago2024)


.- A Herminio Camino (74 años, Cuevas del agua, Ribadesella) se le quedó marcada la primera vez que fue al Descenso. No tanto porque la carrera pasara por delante de su pueblo, sino por lo que cayó del cielo. “De aquella pasaban avionetas y tiraban unos paracaídas de juguete que venían con pastillas de jabón Chimbo. Era publicidad. Mi abuelo me consiguió uno. Nunca me olvidaré de aquel regalo”. Tal vez para un cuaderno solo de recuerdos, recuerdos de verdad, allí aparecerán los silbatos, las ranas de hojalata y otras cosas (sin marca) que también descendían en paracaídas.


.- Acabo de volver de vacaciones, no sé si un jubilado puede hablar de vacaciones, digamos “de viaje”, breve, y me congratulo de haber podido pasar ocho días sin noticiarios ni necesidad de ellos, de la falsa vida de los políticos, de las políticas que nada tienen que ver con la vida: de dormir bien, de pensar dónde comer, qué comer, con quién alternar, leer algún libro donde se relaten viajes, vidas, anotar recuerdos que ya no volverán a aparecer y que explicarán algunas cosas de nuestra vida actual que no entendíamos.

Alguien dice: “Decidí hace años ignorar la información política” y le envidio y es que no sé si cuando empiecen a decrecer los días y las noches duren tanto, seré yo capaz de saltarme el telediario. (11ago2024)


.- Hoy ha empezado a disiparse la bruma que no me permitía pormenorizar todo lo que hemos hecho en estos ocho días; de entrada se me ha ocurrido recurrir al reloj para saber cuánto hemos andado, en total 117'880 km que a mi me han costado 163.353 pasos, a ella seguramente más de 170.000. Ello requiere un tiempo, no sufrimiento, tiempo, y atención al medio para localizar tanto los puntos espectaculares como el ambiente en derredor, sus cambios y persistencia; unos días el mar, otros, los montes, incluso durante los trayectos en bus en busca de puntos de partida para las caminatas.

Lugares: Paseo de la playa; La Atalaya, el Descenso y Cuevas; Ruta EntrePlayas, Vega y vuelta; Llanes y N.S.de Guía; Acantilados del Diablo y Ermita; Gijón, Verbis en Barjola y Paradiso; La Isla, Colunga, La Griega y Rompiente de Occidente en Santa Marina; Ribadesella.

A lo que no me dió tiempo fue a avanzar más en la lectura del Viaje sentimental por Francia e Italia de Laurence Sterne, que me pareció idóneo; el de Xandru Fernández: La herencia recibida, ni lo abrí. Los dejo cerca.

También hubo lugar para el disgusto; ciertos inciertos malestares físicos (con fiebre), si siempre, más inoportunos en días así. Hicimos fuerza para ayudar al paracetamol.

La exposición de Verbis está bien, dió para una charla, con desacuerdo en el enfoque del juicio y acuerdo en lo poco interesante del arte contemporáneo para el común, del que se salvan imágenes singulares. Leí las páginas que me dió el bedel de la sala y, después de hacer un gran esfuerzo para entender la letra, me entró una flojera que me dieron ganas de echar al contenedor azul todo el papel que acumulo en casa relacionado con eso. Y risa, mucha risa.

Salí de Gijón muy contento con la cosecha de Paradiso: 

VV.AA.: Guillermo Cabrera Infante. Editorial Fundamentos. Espiral/Figuras (1974)

Julio Ramón Ribeyro: Prosas apatridas completas. Tusquets Ed. Marginales (1986)

Marisa Madieri: Verde Agua. Editorial Minúscula (2003)

Alberto Corazón: Damasco Suite, somos imágenes. Antonio Machado Libros (2011)

Meredith Haaf: Dejad de lloriquear. Alpha Decay. Héroes Modernos (2012).

El de Corazón y el de Ribeyro me encontraron, los demás fueron hallados y ya veremos cómo se comportan. (12ago2024)


.- De mis escasos años en Zaragoza me quedan algunos recuerdos, seguramente debido a lo vacía que aún tenía la mente más que a que los hechos fueran memorables. Entre ellos hay dos relacionados con el agua, ambos repugnantes, y me han venido a la mente en el momento en que leía un relato/cuento de Juan Manuel Gil (Almería, 1979) titulado Las aguas verdes de mi infancia; están relacionados con los calores que debía de hacer en esa ciudad en aquellos años, que seguro que no desmerecían de los de hogaño, tan destacados en los telediarios; la cosa es que algún domingo mi madre preparaba comida y, en bus o tranvía, nos llevaba al parque Jose Antonio (hoy Labordeta) donde nos encontrabamos con otra familia con niños; en medio de la umbría, había una alberca, puede que fuera parte de una fuente aunque no estoy seguro de que tuviera el agua corriente, donde veinte o treinta chavales nos refrescábamos sumergiéndonos en algo que recuerdo como más sólido que líquido, puro barro y hojarasca putrefacta; para confirmar mi asqueroso recuerdo he conseguido a través de internet una foto, reproducida de un periódico de la época, donde se aprecia la diversión de los niños y las familias en los bancos de alrededor.

El otro recuerdo supone unos paseos vespertinos, cuando bajaba el sol, en dirección a lo que era la ruina de un cuartel, la Alfajería, que incluía andar un trecho al borde de una acequia por lo que supongo era una cuneta, más que un paseo como se entiende ahora, con su acera y sombras, y bien descalzos o con las sandalias cangrejeras de la época meternos en el agua que nos llegaría por las rodillas, poco más o menos y cuando salíamos tener media docena de negras sanguijuelas pegadas a nuestras arrugadas piernecillas. (13ago2024)


INTERLUDIO HOSPITALARIO.- (3er episodio de neumotorax, su neutralización, y pleurodesis a base de talco diluído para sellar las membranas deterioradas y evitar nuevos neumotorax.

Dolores de mil colores tras el fentanilo y la lidocaína). (del 14 al 22ago2024)


.- Hay una frase que me gusta mucho aunque no suelo utilizarla porque por lo general la respuesta del receptor es de ofendido y está muy lejos de mi intención ofender a mis interlocutores. La frase es: “Díme algo que no sepa”, claro, el quid está en el contexto en que se dice y hasta en el tono. Temo no saber elegir ni uno ni otro.

También hay una que no me gusta nada, no sé si es por cómo la aprendí, en forma de título de película de mafiosos, o porque no tengo una formación ética adecuada; la frase, mejor dicho, el sintagma, es: “Uno de los nuestros” en el sentido de ligazón familiar, social y política que desbarata la voluntad de los individuos, sustituyéndola por una obligación ajena y prevista. (22ago2024)


.- He pensado ordenar a mis deudos, a mis supervivientes, una incógnita aún, que llegado el momento, no elijan un feretro del catálogo, estrecho, como de gloria soviética y convencional, no, que quiero descansar como enroscado sobre mí mismo, en el útero de mi madre, como recién dormido, y sonriendo. Y sí, quiero que se me exhiba antes de encender la cerilla, lo que parece que se impone estos días; que los que quieran comprueben que me voy satisfecho, con un rictus en la cara que igual no han visto en toda mi vida, ya saben que no he sonreido mucho. Faltaría un detalle, de todo punto incalcanzable, y es que me gustaría que mis cenizas, sea, se virtieran sobre el gran lecho de cenizas que habrían producido todos los libros de mi biblioteca al quemarse, y todo ello, en una depresión de cualquier descampado, y dejar obrar al viento. Sí, me faltaría una “banda sonora”. Dame un momento. (25ago2024)


tino rivero


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