El escritor, pintor y profesor Rafael de Cózar vivió por la literatura y, al final, dio la vida por ella. Murió intentando salvar de las llamas el incendio que se había iniciado en la biblioteca con 9.000 libros de su casa, en el pueblo sevillano de Bormujos. Los bomberos lo encontraron inconsciente en la segunda planta de la vivienda, junto al extintor con el que había intentado sofocar el fuego que acabó devorando su tesoro de papel.
Su viuda, Natalia Turrión, ha explicado a EL MUNDO este mediodía en el cementerio de Bormujos, minutos después de inhumar el cuerpo del poeta en el nicho 280, que "no hubo ninguna explosión" de bombonas o estufas de gas en la cocina, en la primera planta, como se dijo al principio, puesto que la calefacción es central y no tienen calentadores, y que en realidad el fuego se inició en la biblioteca, en la segunda planta. Aunque ha precisado que se desconoce aún el desencadenante, ha comentado que Rafael de Cózar estaba trabajando en ese momento, sobre las 21.30 del viernes, en la biblioteca, donde pasaba mucho tiempo desde su jubilación como catedrático de literatura moderna española escaneando y ordenando su obra impresa, así como escribiendo una novela, y donde tenía cables y enchufes del ordenador y otros aparatos, que pudieron sufrir un cortocircuito.
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