11 de mayo de 2025

Fauna y flora 2



Bombita presumía de ser nieto del maletilla de Torre del Bierzo que intentó abrirse camino en el mundo del toreo en tientas, capeas y becerradas. No madrugaba mucho y desayunaba antes de salir de casa, así rompía la primera norma no escrita del baratillo: siempre hay que ir en ayunas. En el Rastro se movía, por querencia, en el arrabal que crecía en la orilla de la plaza de toros. En los puestos donde se agolpa la gente esperando encontrar algo que no busca, allí le podrías encontrar.

Debido a su amistad con Marconi empezó a coleccionar radios y a estudiar las frecuencias electromagnéticas. Presumía de saberse de memoria la enciclopedia de Cossío que le regaló su padrino cuando se casó a la vuelta de Venezuela. Su biblioteca estaba dividida en tres estantes: tauromaquía,  señuelos de pesca y recetarios de cocina erótica.

Todavía hoy utiliza la suerte de la tijera en los lances de libros. Han pasado bastantes años desde la última vez que le vi y todavía conserva la valentía del banderillero y la prudencia del picador. Cuenta los días que le quedan para jubilarse, escuchando la misteriosa emisora rusa UVB-76.

VKarbajc





  Bombita, Marconi y su bicicleta

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