6 de diciembre de 2019

Las bibliotecas salvajes





1. ¿A quién recuerdas con ira por no haberte devuelto un libro, por qué razón y cuál?
Tanto como ira no digo yo, pero presté uno de Foster Wallace sobre mi ídolo deportivo, Roger Federer, y no me lo ha devuelto Susi, el muy cabrón. Aún confío en recuperarlo, sin ira ni violencia.
2. ¿Qué ejemplar real o imaginado te hubiera gustado robar de una biblioteca conocida? ¿Y desconocida?
Prosas apátridas, de Ribeyro, en la biblioteca municipal que custodio. Todavía estoy a tiempo.
3. ¿Qué libro atesorado no librarías de las llamas como consecuencia de un donoso escrutinio y por qué?
Los de Savater. Por la deriva posterior del personaje.
4. ¿Perderías un amigo por no haberte devuelto un libro prestado?
Muy improbable. No exageremos. Un amigo de verdad es insustituible, no se debe perder por casi ninguna razón. Sólo si te traiciona de verdad. El libro se puede reponer. Ahora bien, en adelante será un amigo DPR “de préstamo restringido”.
5. ¿En qué obra de tu biblioteca te hubiera gustado que figurara tu nombre?
Uff, ¡en tantos! Venga… en Los girasoles ciegos. Por ejemplo.
6. ¿A quién le dejarías en herencia tu patrimonio bibliográfico?
A Tinofc, of course.
7. ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por librar a tu biblioteca de un incendio?
Todo lo que no sean `personas humanas´. Después de los seres vivos, lo siguiente a salvar son los libros vivos.
8. ¿A qué obra en tu poder le cambiarías su autoría y a quién pondrías en su lugar?
Fantasmas de piedra, de Mauro Corona, se lo podría firmar a Julio Llamazares. Por ejemplo.
9. De qué obra maestra de tu biblioteca te desharías con dolor? ¿Y con placer?
Con mucho dolor, de Pedro Páramo; con menos dolor, del Ulises. Por ejemplo.
10. ¿De qué amigo no escritor o escritor reconocido te gustaría poseer una obra maestra en tu anaquel favorito?
¿Las memorias del editor Malabia? ¿La poesía completa del ultramarino Tinofc?
11. ¿La biblioteca de qué amigo te gustaría expoliar?
Hombre, la de Tinofc, of course. Ni siquiera expoliar, con fotografiar para la posteridad basta.
12. ¿Cómo han influido en tu personalidad y en tu vida los libros conseguidos en rastros y librerías de lance?
No gran cosa, la verdad. Ni han sido muchos ni soy demasiado fetichista.
13. ¿Cita un libro de tu biblioteca que no leerás jamás?
Temo que será más de uno. Los últimos de Vargas Llosa. Por ejemplo.
14. ¿Influye en tu manera de leer si el ejemplar es una primera edición? ¿Cómo?
No influye. Me es `inverosímil´, que diría aquel.
15. ¿Por qué libro desembolsaste una buena cantidad y se lo hubieras hecho tragar al editor o al autor?
No me ha sucedido tal cosa, por ahora (¿suerte, corazonada, falta de pasión?). Pero me hubiese dolido pagar mucha pasta por Volverás a Región o por El hombre sin atributos o por… unos cuantos títulos inabordables para mí.
16. ¿Qué quedaría de ti, si un día te levantaras y hubiera desaparecido tu biblioteca?
Un hombre semivacío, un tipo incompleto, un paisano desnudo.
17. ¿Podría inducir la posesión de un determinado libro a cometer un delito de sangre, metafóricamente hablando, por supuesto? ¿Sentiste esa pulsión alguna vez en secreto, ante un vendedor del rastro, en una librería de viejo o un bibliófilo conocido?
No, no. Nunca pensé llegar tan lejos por la propiedad de nada. Ni de libros ni de nada de este mundo (seamos racionales: todo nos va a sobrar en algún momento, todo va a quedar aquí). En cambio, el sentimiento que sí experimento a menudo es la envidia hacia los que han leído más que yo.
18. ¿Qué tiempo dedicado a conseguir un libro lo hubieras dedicado a leer?
¿? No sabe, no contesta.
19. ¿Hay que conservar en nuestra biblioteca solo los libros que se han de leer con toda seguridad? ¿No anida un Diógenes en todo bibliómano?
Posiblemente. Los que se han de leer y quizá algunos más, por si acaso. Pero acumular es vicio, ¡claro que es ser un poco Diógenes! Precisamente a una isla desierta nunca nos dejan llevar más de un libro, je, je. Que ya es putada, con el tiempo y el espacio que hay allí…
20. ¿No constituyen algunas bibliotecas particulares, monumentos a la vanidad?

No lo sé. Pero no lo creo. La vanidad se acumula más bien en los autores de los libros, me temo. Mucho más que en los lectores y en los bibliófilos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.