Horizonte de sucesos
El
primer día que nos liberaron, lo celebré saliendo muy de madrugada de mi
topera. Me ajusté la escafandra a la cabeza y me dirigí al bosque más cercano.
Nada más pisar la calle, comencé a flotar y me puse en órbita en torno a una
bellísima Nymphalidae, que volaba por
allí exhibiendo los radiantes colores de sus alas. Pero solo fue un hermoso
sueño, porque en realidad no era una mariposa en torno a quien trazaba una
elipse, sino un cárabo con inquietantes ojos de azabache, en cuyo campo
gravitatorio había quedado atrapado. ¿Acaso me había confundido con un roedor y
terminaría devorándome por entero?
José Miguel López-Astilleros
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