12 de julio de 2016

Felices





                                                                                 
Que Ana se quiere marchar de casa, me cuenta Nico con ojos llorosos.

“Así, de repente. No había ocurrido nada grave. Bueno, tuvimos una pequeña discusión a mediodía, que si no había verdura en el frigo, que si yo quedé en comprar… Tonterías. Pero aquello encendió la mecha. Y empezó a desbarrar: pues lo dejamos, que venga un perito a tasar este maldito piso, y arreglamos la letra del coche y ventilamos todo, que aquello era un infierno, gritaba, gritaba. Ana nunca había trabajado hasta entonces. Ahora ganaba su dinerillo, a veces salía de fiesta, había hecho amigas. Pero se quería ir. Cuando mejor estábamos.”

Por lo visto, aquella mañana ya ni siquiera le dio un beso. Y Nico me hablaba, desde su tajante filosofía de andar por casa y con absorta tristeza en la mirada: “a las mujeres no se las puede hacer felices, porque se aburren”.

Eso me dijo.

JVTN


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.