13 de diciembre de 2017

Los libros que nunca he escrito





De acuerdo con una metáfora popular, el saber es una esfera: cuanto más se expande, más aumentan sus puntos de contacto con lo desconocido. Aunque infinito, lo desconocido presenta un límite tangible. Steiner sugiere que algo similar ocurre con lo no escrito, lo intelectualmente inexplorado: «Un libro no escrito es mucho más que un vacío. Acompaña a la obra que uno ha hecho como una sombra irónica y triste». Los libros que nunca he escrito nos ofrece siete de esas sombras.
Steiner deja bien claro que estos libros ya no se escribirán; para retomar una frase de Gramáticas de la creación, he aquí un «in memoriam de los futuros perdidos». En varias ocasiones Steiner ha señalado la relación entre los tiempos y modos verbales de la irrealidad –futuros, subjuntivos, optativos– y la capacidad humana de pensar a contrapelo de los hechos, de imaginar, con toda la fuerza etimológica del verbo. «La esperanza y el miedo –ha dicho– son ficciones supremas que reciben su poder de la sintaxis». La melancolía también recibe su poder de la sintaxis («qué hubiera pasado si...»). Y, en más de un sentido, éste es un libro melancólico.

[El Replicante D]

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