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El Rastro, febrero de 2013 |
Empezamos la mañana escuchando al Enciclopedista y su relato del narco, leída en el País: "quiero callar el hocico de este culón pendejo, que está haciendo el panochero". Gracias a la traducción simultánea de Rivera, el torero, descubrimos el significado de los americanismos.
El pescador y Tinofc nos comentaron cómo el sábado en Cadórniga habían practicado la pesca de arrastre, saliendo ganando el primero, con un ejemplar de las obras completas de los hermanos Machado. El editor de Labici había madrugado más de lo normal, y le había dado tiempo de bajarse al moro y de tocar las campanas en Reto, donde completó la colección de la enciclopedia de Jackson ante la desidia del Ilustrado.
Panero apareció muy pronto, y eso nos extrañó. Esbozó una pequeña queja por el trato descriminatorio recibido en Ultramarinos. "No es nada personal" le dijimos, palabra de los Soprano.
Simenón con su pipa nos habló bien del escritor de la trilogía de la ocupación, P. M. , más por ser francés que por sus obras, que no había leído. Vence el insomnio leyendo a Cioran.
El Marchante deambulaba por los puestos buscando alguna novedad extraviada de Arco. Hoy, Frida K. sólo tenía puesto una silla con dos libros; nos comentó que Diego Rivera no tenía ganas de trabajar, y solamente esperaba vender pronto esos dos libros para sentarse a descansar. Como perfomance en el Musac no tendrían precio.
Larsen estaba tirado por los suelos cuando llegamos a la escombrera del capitán Nemo, llevaba en la mano "Escenas de la vida bohemia", que le iba a regalar a su amigo BMC, el onirocrítico.
Hacía tiempo que no veíamos reunidos a todos los buitres en este páramo, solamente faltaba R. , el héroe de la División Azul.
Nos acercamos hasta la furgodesván del Berciano. Nos dijo que no estaba de acuerdo con la función terapeútica de la poesía, que aparecía en una estantería de ultramarinos. Le insultamos llamándole cartesiano y nos fuimos en busca del paraíso perdido.
En la esquina del río, Caronte, guardaba los libros en maletas, por si se desbordaba el Bernesga; le quisimos comprar la pistola de un miliciano para defendernos de los narcos, por si un día leen el blog, pero no llegamos a un acuerdo; a cambio, nos ofrecía un libro muy valioso porque era de hace noventa años. "Más viejas son las piedras del río y nadie las quiere" disparó a bocajarro el solitario Larsen.
Al final nos fuimos como llegamos, solos e indefensos; Tinofc con su "Diario de la ausencia" de H. S. , Larsen con la mariquita de Lucina, y este humilde crónista, esperando una semana más al rocker y su hotel Tierra.