20 de diciembre de 2016

NOCHE DAKOVIKIANA (Crónica)





Antes de las fiestas navideñas quisieron los ultramarinos celebrar su ansiada noche dakovikiana y allí se fueron, a la antesala de la chamarilería de Cantareros, cargados de ejemplares en papel de viejo impresos con las segundas andanzas de los más desdichados personajes de la ciudad sin nombre. Casi todos faltaron a la nueva etiqueta impuesta de ir con foulard y, sin embargo, muchos respetaron la vieja de ir con ropa muy usada y deslustrados fueron con trapos añejos, no se sabe si por reivindicar la etiqueta pretérita o por ser de por sí harapientos. 
Despejaron el banco de iglesia y unos cuantos cupieron sentados, el resto, como siempre, sobre cachivaches o a pie firme. Gran revuelo se armó antes a razón de un volumen hallado por el cuervo el día previo en el que se habla de los cafés viejos literarios de España y cuya venta negó el buen chamarilero. Mientras la insistencia de Larsen se hacía desagradable llegó Gromov preguntando también por el libro desde la calle, sin darse cuenta, ni uno ni otro, que el cuervo, preveyendo la riña, había advertido al chamarilero, y acordado con él, que ocurriendo eso, y al quedar el escrito liberado, él habría de ser en adquirirlo el primero de la cola. No obstante el malvado malabia con su brutalidad habitual se lo llevó prestado sin quedar la seguridad plena de que lo reponga. 
En eso Gromov abatió un pecio y al gritar, “Otra colección que dirige el ubicuo José Luis Puerto”, este apareció tras el cristal de la puerta abierta.
Con mucho donaire malabia introdujo al autor de la gran novela, el cual resumió con suma elegancia cómo quedaron los personajes de la primera parte, recién muerto el laureado poeta Garnach, herido el cuervo por la diminuta bala de su amada Lamieva y en el buhardillón de Siena-Pombal con su padre Dakovika, autor real de los versos que estampaban en papel viejo para vender, como de un tal Vokislav Karbajc, a Garnach, que los plagiaba. Mientras esto decía se oían risitas indisimuladas y varias voces de entre los cacharros salían pidiendo al autor que dijera quién era Garnach en la vida real. El escritor muy entero se resistía y no lo decía y entre todos era Puerto el que más reía. Aclaró el autor que todos los personajes eran ficción, pero que se basaban en personas reales y cercanas, muchas de las cuales estaban de cuerpo presente y afirmó que todas las caricaturas eran de figuras que admiraba y quería.
Seguidamente leyó el prólogo e iniciaron la diatriba, él y el plagión, ese tal Amanuense, que de la primera hizo continuación con dos capitulillos apócrifos y se retaron en duelo literario copiando el estilo de Cervantes y Avellaneda con gran estilo.
Con mucho retraso y saliendo se señaló, a pocos metros, la casa más baja de la ciudad sin nombre, que no llega a dos metros, por la cual los personajes subían a los tejados e iniciaban sus tragicómicas aventuras. Se oyó en eso la voz de Bombita interrogarse a sí mismo no creyendo la aseveración literaria y pensando, para sus adentros, que las habría más bajas. A unos pasos de allí, y mirando la buhardilla de enfrente, Gromov leyó los pasajes que esta inspiró que describen la casa de Larsen inundada de libros escacharrados y el tragaluz por el que caía el poetilla Pascal a media noche. Terminando se advirtió que entre Gromov y la tapia de su espalda, al pie de la muralla, una grande y fresca deposición reposaba casi entrambas sus piernas. Varios coincidieron en decir que era la firma del buen galgucho Karenino, que así saludaba desde el plano ficcional mientras invocaban su mundo.
Se encaminaron luego hacia la plaza mayor y el editor eólico gritó sentirse el único normal de todos, a lo cual le contestaron todos que todos dicen lo mismo el primer día. Ya en la plaza hicieron parada en la taberna Casa Benito, más vieja que cualesquiera de ellos, con los suelos gastados y sus dibujos todos borrados. Allí el Eólo compró unas quinielas y anunció que, de tocarle, invitaba a todos los ultramarinos a un viaje celeste. En tanto lo decía el editor de mentira, el corrosivo malabia, se agenció otro boleto sin haberlo hecho en su vida, asegurando que su invitación, de tocarle, era la buena y verdadera, y al mismísimo París los llevaría, a la tienda de libros de viejo a la que iba el bueno de Hemingway. Allí mismo se advirtió que malabia no acudió con abrigo de muerto, ni con harapos superpuestos como solía y ni siquiera con ropa vieja de muchos usos, a lo cual el zaherido Eólo comentó entredientes:  “Vaya pintas que llevas”.
Caminaron hacia la catedral parando a retratarse en la fachada de la mítica librería Galatea, única sede de venta de esta editora, que estaba a medio cerrar y de cuyas sombras salió el librero con nombre de cuento para un librero, Don Leo, que, entre alborozo y aceptando un ejemplar, les invitó a retirarse y a continuar.
De ahí se fueron a la fachada del piso de Siena-Pombal donde el otrora libidinoso oficial se puso muy tétrico y espectral y, con su lucecilla portátil prendida al libro esencial, leyó de la muerte brutal de Garnach y de la caída de los amantes por entre las ramas de un árbol del jardín de a pocos metros de ahí.
Luego pararon algunos en la calle y otros entraron al bar La Revuelta y de ahí a la Basílica en cuyo suelo los personajes descienden para seguir el resto de la novela por las cloacas hasta salir al río. Allí la actriz del protíbulo poético, recién llegada de Barcelona, leyó maravillosamente las escenas que ocurren, en la que el cuervo se cura de su morirse bebiendo su propia sangre del auténtico cáliz de Cristo allí residente, y la siguiente, en la que, en los sepulcros centenarios entre los huesos de los reyes pasados de la ciudad sin nombre, tienen él y Lamieva unión carnal sin precedentes.
Después se empezaron a disolver los ultramarinos tomando algo de vino, con las felicitaciones de las invitadas de lujo del club de los lectores nocturnos, y acabaron los seis más resistentes cenando muy tarde entre unas raciones de sangre, ahumados de letras perdidas, literaturas sin dueño, verdades de mentira y mentiras de verdades.

(El cuervo)



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