12 de julio de 2013

Las malas compañías



El Rastro, verano del 2013



El Trapero nos contó que el Cuervo estaba organizando una expedición  para ver unos documentos de la estancia de Cansinos Assens en el seminario  de Astorga, para así celebrar el décimo aniversario de la incursión en la Carnicería de Pessoa. Algunos de los Ultramarinos madrugadores querían apuntarse a ese descenso al inferno catedralicio.
Una espontánea centrípeta se coló entre los descargadores de Reto. Nos acercamos como una bandada de zopilotes y el sargento Kovac casi nos despluma. Llegó el Ilustrado con su sombrero de segador. La mañana era un campo de temporeros sin nada que cosechar.
En las cajas volvieron a salir los catalanes de la posguerra: Marsé, Montalbán, Gimferrer, Carvahlo y sus recetas. El Enciclopedista pescó un recetario del 36 con su cartilla de racionamiento en el interior. "Si no lo quieres nos lo pasa" le dijo el exiliado Ferretero.
Tinofc no quiso gastarse mucho porque quería ir a pasar  unos días al Balneario de Curueño. Cuánto daríamos por unas fotos del ferramenta y la mercera en ese paraíso de aguas termales.
Ocramalliv volvió a sacar su tarjeta de socio de Reto. Un espabilado joven le recordó que era para hacer donaciones y no descuentos en los libros. Lo guardó enseguida. Larsen y el Ilustrado se reían con la discreción de la sonrisa vertical en el subsuelo.
La Sociedad Limitada de Diderot & Larsen DÁlembert volvió a llenar el maletero del Siglo de las Luces, gracias a dos cajas que sacaron de sorpresa cuando la mitad de la bandada de Utramarinos había desaparecido. Ya lo decía mi padre: "Vísteme despacio que tengo prisa". No quisieron  decir los tesoros que se llevaron en las cajas plegables de frutas para que no le subiese los triglicéridos al Polaco. Unas migas para abrir boca : poeta del grupo Cántico, poeta de la revolución cósmica y  tres poetas del exilio. Cafés y tertulias literarias. No seguimos que entra el hambre.
En el Penta, Michi Chalequines  hablaba con Tinofc sobre unas revistas de la Belle Époque. Llegó Carpanta y nos contó que tuviésemos cuidado con el nefasto de la movida. Según las estadísticas los últimos que le habían comprado un libro (el Carnicero de Mansilla y un Canónigo de Burgo de Osma), estaban en el desguace Las Postrimerías. Tinofc soltó las revistas alegando un calambre reflejo y se disculpó en silencio.
Volvimos a ver a nuestro amigo Messi. "Este año lo único que va a celebrar el Madrid es la boda de Di Stéfano", dijo el blaugrana. Al terapeuta del Club Merengue no le quedó más remedio que darle la razón.
El Campanario de Boris se ha convertido en un club de lectura Victoriano. De todos, es el que más libros vende desde que puso un toldo y da la sombra de Grey.
El  católico Amanuense quería convencer al anglicano Larsen para que le mandase la definitiva oferta al luterano Gromov (ausente por papeleos de la aduana). El memorioso Funes le desanimó.  "Es una Guerra perdida. Quise cambiarle las Obras Completas de Cervantes en la edición de Castalia por un Dietario de Pla que tenia repetido. El Eslavo después de mirar, una por una, las 1800 páginas rompió la negociación porque algunas notas críticas eran imprecisas según su maestro Rico".
No hay teoría sin práctica y el primo de Sigmund nos llevó a Reto para demostrarlo. Quedamos perplejos. Allí estaban los incipientes rebuscando entre los libros. El Centripetismo Amanuense quedó ratificado.
Ahora la fauna de los Ultramarinos se dividen entre los Centripetistas (el Amanuense, Gromov, el Pescador, el Ilustrado y el Cuervo) y los Centrifuguistas (Ocramallic y Larsen) siempre huyendo del centro hacia la diáspora arrabalera.
El maletilla Rivera hizo el paseíllo entre las cajas y sacó un libro de su infancia que le leía su abuelo en las siestas de trilla, "Los que se echaron al monte". Como buen Vitorino mandó callar al morlaco locuaz del trapero que le impedía concentrase en la lectura de La pesca del salmón.
Paseábamos contagiados por la sabiduría de lo raro y arrinconado del Editor de laBici. Nos habló del Max Aub de Campos de almendros (su gran novela y una de las mejores novelas del siglo según Chirbes) y del Fondo del vaso de Ayala. "Pero además de jugador de fútbol también escribía novelas" dijo un incauto Amanuense. Ya lo decía Aub en sus diarios: "pase lo que pase: sólo la ignorancia es mala".
Llegamos al Abrevadero de la nostalgia. Allí el Pescador buscaba entre los artilugios un bombín de bicicleta, encontró un voltímetro y un libro para arreglar radios (¿Seguirá los pasos de su maestro Marconi?).
Mientras esperábamos, el romántico agonías de el Amanuense nos contó una de sus anécdota librescas (los peligros de ir al Rastro con prejubilados): "en la librería Pastor buscaba una edición sobre el Beato de Liébana y el centenario librero le aseguró que ese no lo tenían pero igual le podría valer el Diccionario botánico. Le pregunté a su hijo y me contestó enfadado que no iba a saber todo lo que tenía en la librería.".
En un libro del Ilustrado sobre La España de Carlos V apareció el logotipo de la librería Pisa en la calle Comandante Zorita. Tinofc, el pescador furtivo más antiguo de este reguero del Rastro, afirmaba gromovianamente que Pisa fue la primera librería de esta ciudad y su librero se llamaba Uriarte.
Nos encontramos a la mujer e hija napolitana de Mario. Nos contaron que se habían acercado a por un rastrillo que les había desapareció en el pueblo, les dimos la dirección de la tienda ultramarina para que pasasen cuando quisiesen.
Nos arrastrábamos por la sombra nacional cuando llegamos a la zona republicana donde nos esperaba a las 11 el Enciclopedista y el ayudante guardador de libros para descargar el maletero del Trapero. De lejos vimos al Licorero que vendía ruedas de sillas giratorias. "No siempre se puede ir a robar a los mismos sitios", nos dijo burlándose de nosotros.
Llegó nuestra hora. "Cada uno a lo suyo ya que yo voy a lo mío", con estas palabras de lobo solitario se despidió Larsen que se fue con el Segador, dejando a Tinofc, sentado en un mueble de Hilaturas Fabra y Coats, a la sombra de un pino candelabro hablando solo, de Sánchez Ostiz, Melero, de los Diarios en árabe aljamiado del sevillano Cansinos y de los San fermines donde conoció hace años a Hemingway.





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