1 de julio de 2015

Bestiario del Quijote (XLIII)





Frankijotein


He leído con mucha tardanza, pero con no menos atención, el capítulo La noche que Frankenstein leyó el Quijote que da título al libro homónimo de Santiago Posteguillo. Es menos lo que ofrece que lo que promete. Nos cuenta que los miembros de la trouppe de Villa Diodati (ya se sabe: Byron, Polidori, Monk Lewis,  los Shelley,...) hacían lecturas en grupo de El Ingenioso Hidalgo y cómo esto pudo influir en la urdimbre de la trama, así como en la concepción de algunos personajes secundarios de la obra de Mary (con su marido Percy B. como "negro" consentido, o al menos asesor literario).

Sin embargo, el mayor paralelismo lo ha señalado Maurice Hindle en las notas a su edición de este último libro para Penguin:

Tanto Don Quijote como Frankenstein comienzan con la noble intención de ayudar a sus semejantes, pero sus aspiraciones están condenadas por su búsqueda de una "visión única" que los lleva cada vez más lejos de satisfacer las necesidades moderadas de la comunidad, y más cerca de un desenlace personal trágico.

El Frankenstein al que se alude en la cita anterior ¿es el creador, Víctor, o su Criatura, que acabó canibalizándole? Como también ocurrió, por otra parte, con Don Quijote, quien fagocitó a los auténticos hijos literarios que Cervantes apreciaba más que al que sólo consideraba su "hijastro" (¿hay alguien que se haya leído el Persiles?). De hecho, ambas creaciones, Monstruo y Caballero, se les escaparon de las manos a sus progenitores. 

Por ejemplo, en ningún sitio, salvo tal vez escondidamente en un segundo prólogo de Mary Shelley que no siempre aparece en las ediciones al uso, se dice que el Monstruo de Frankenstein tomara vida bajo el poder galvánico de la electricidad en una noche de tormenta. Pero ésta es la imagen que nos ha quedado del cine (tanto en la película de James Whale como en la de Kenneth Branagh, donde las anguilas sustituyen a los rayos). 

Como quiera que sea, el Moderno Prometeo cobra aliento ya de adulto: no tiene prehistoria. Lo mismo le pasa al Hidalgo, que aparece ya hecho y derecho, con un pasado inexistente, como bien señaló Unamuno al comienzo de su Vida de Don Qujote y Sancho. Y para que todo cuadre, también últimamente han salido noticias fundadas de que el Caballero tomó vida a partir de ciertos retazos de contemporáneos históricos de Cervantes con mayor o menor grado de  chifladura, mutatis mutandis del mismo modo que el Monstruo nació ensamblando distintos miembros de cadáveres por aquí y allá.

Por último, quien tenga en la mente los films de Whale y Branagh antes aludidos, o incluso la Criatura de Remando al Viento de Gonzalo Suárez, coincidirá conmigo en que, como a Don Quijote, al Frankenstein de Shelley también le cuadra el apelativo "de la Triste Figura".

[Gromov] 




 

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