Debido a su diseño eminentemente práctico, sin concesión alguna a la estética, es francamente feo y contrahecho, y en su flacidez granujienta, en sus pliegues y colgajos, en su color virada entre rojiza y violácea, en su tez granulosa e irregular, contrasta vivamente con la tersura y belleza del resto del cuerpo femenino.
(Texto: Juan Eslava Galán, Homo Erectus;
Imagen: anónimo japonés, circa 1850)
Imagen: anónimo japonés, circa 1850)
Una temporada en el infierno
Charlus&Jupien
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