Manzanas
para después de una pandemia
A
los tres meses se nos permitió salir de la ciudad. Esperaba con ansia el
momento de llegar al pequeño huerto que había heredado de mi madre. Lo primero
que haría, sería retirar las manzanas podridas de donde las había almacenado en
octubre, nunca habían durado en buenas condiciones desde su cosecha hasta mayo.
Nada más abrir la puerta del almacén, se me echó encima, de golpe, el hedor
insoportable de aquellos despojos fermentados. Una vez ventilada toda la nave,
me acerqué a los estantes pertrechada de un guante en una mano y un cubo en la
otra. La sorpresa fue mayúscula: alrededor de una docena de manzanas golden
habían sobrevivido intactas en medio de tanta putrefacción. Por la noche, en
casa, descubrí que no solo era su apariencia la que se había salvado, sino su
delicioso sabor afrutado, porque resultaron incluso más dulces de lo que
recordara. Pero…, claro…, esto es solo una historia de manzanas.
José
Miguel López-Astilleros
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