24 de mayo de 2015

Las malas compañías


El Rastro, primavera de 2015


El único tema del Rastro era la primera edición de Fortunata y Jacinta que había conseguido Tinofc en Cuchilleros. Debido al elevado precio que pagó por ella, intentaba que la pérdida fuese ganancia vendiéndole al trapero una cizalla profesional.
Amenazó el polaco con montar la Librairie des éxiles para dar salida de emergencia a su expurgo infinito. Nos dijo que empezaría con todos los Diarios de Trapiello en la edición original a precio de bolsillo. Larsen reservó El gato apaleado.

En el delta los cachorros de la loba mendocina colocaba la cacharrería en el balcón del Bernesga y barajaban precios asequibles en las ediciones más populares. Al rato llegó aullando la mamma y sólo necesitó enseñar los dientes para que los Ultramarinos supiesen que no habían perdido nada allí.

Ante la falta del botillero de la Alberca, el estepario nos contó su andanzas en la ciudad impar. “No he desayunado (siguiendos los preceptos del Leopardi de Manzaneda)  porque después tengo una primera comunión en San Marcos, aunque casi me la pierdo porque esta semana estuve a punto de morir decapitado por un cristal que se desplomó cuando lo forzaba la bedela jacobina. Esa tarde del susto me quedé en la universidad hasta altas horas de la noche aprovechando mi tarjeta de residocente. Así pude poner al día mi Bestiario cervantino y terminar la entrevista con el factotum. Cambiando de tema, en el mercadillo de los miércoles el chamarilero calé nos trajo los restos de una librería del centro, por 2 euros conseguí la nueva edición de Las armas y las letras (con sus ojillos de miope damasiano esperaba encontrar la santa envidia ultramarina) .

Persiguiendo la sombra subimos río arriba hasta Reto. En la orilla, el Ultraísta berciano repasaba las cajas del maletero del ilustrado. El polaco acuciado por la curiosidad quiso acercarse (por ver el tipo de bono que le daba), pero desistimos por no sorprenderlos en ese acto tan íntimo.
En la franquicia de la nave de Orozco había saldo de Bestiasellers noir. El ruso arrampló, iluminado por el espíritu de Cabornero, con la colección completa de Collen MCcullough, inspiradora de Juego de tronos.”Me he leído todos los tomos y he visto las pelis”, dijo un veraniego estepario. En frente, Tinofc apandaba todos los crímenes nórdicos para quedar como un señor en la parrillada que tenía esa tarde en su pueblo.

Sin novedades en el desengaño y con la trapa echada de la furgodesván, el ubícuo Garduña empezó su lírica del despellejo. Nos habló de los escritores asalariados de Lara, arruinados por hacienda (qué penita nos daban, que no vendan nada y que paguen tanto, y  sobre todo que sigan escribiendo); del libro de T. Moix de J Bonilla, el primer negro que firma con su nombre; preguntó cómo iba el segundo volumen de la trilogía de Dakovika. (“¿Creo que va sobre la profanación del santo Grial?, le dijo Larsen”); nos comentó sus últimas lecturas: El deseo de ser piel roja de L M Panero (aquí Tinofc hizo una puntualización: ”Niña de provincias vamos a follar primero”, éstas eran las cariñosas palabras que Leopoldo María le decía a Blanca Andreú); también nos dijo que quería leer las memorias de Felicidad B., ante el fervor bovariano de Morti por la obra. Terminó recordando al Latas que, después de cuarenta años comprando en el Rastro, empieza a vender toda su hojalatería como pecios de la herrumbre.

El polaco entusiasmado (raro en él) nos recomendó una obra,  ahogada ya en el olvido porque no recuerdo ni el título ni el autor (favores que nos hace la memoria). Solamente se me prendieron por afinidad los títulos de sus artículos: Del hipermercado que acabó con los ultramarinos, De la venta a granelLa festividad de las tiendas de ultramarinos (8 de diciembre).
Siguió desgranando su lista de sintagmas, todos ellos ilustrados por las formas caprichosas del humo del cigarrillo.



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