8 de julio de 2014

Improvisación


Larsen: Gromov, me dicen los pocos que los leen, que tus vodeviles les parecen del todo impostados: falsos y preparados para epatar.

Tinofc: Y que son tan previsibles como un capítulo de El Equipo A: una localización rastrera, unas cuantas referencias literarias a cuál más inverosímil, traídas por los pelos y puestas en nuestras bocas, y un desenlace que pretende sacar una sonrisa, pero que en realidad no tiene ni puta gracia.

Gromov:  Habló la alegría de la huerta. Pero en fin, qué os voy a decir… Ya me gustaría a mí que los sainetes ultramarinos, como los llamáis a veces, fuesen tan frescos e ingeniosos como las conversaciones mantenidas en el Rastro, pero no me da el caletre para más. Porque yo lo fío todo a la memoria, no voy apuntando cada palabra, como haces tú, Larsen. Pero vamos, la maquetación por mi parte es mínima.

Larsen: Hay otras artes se prestan más a la improvisación que la literatura. Por ejemplo, en los intérpretes de piano tenemos los impromptus. Y no digamos nada de las jam sessions del jazz. Por eso la escritura, que en general es más bien encorsetada, no es espontánea mas que en facetas ligadas a la música, como las retahílas y duelos de raperos y payadores. Y aún ellos tienen sus muletillas para darse tiempo a pensar.

Amanuense: Tal vez el libre flujo de ideas sólo se dé en la escritura automática de los surrealistas. Yo alguna vez la he puesto en práctica y el resultado es impensado. No me extraña que haya sido un tema que interesara tanto a Freud…

Tinofc: Ahora que lo dices, en los divanes de los psicoanalistas se da bastante curso a la divagación… a X euros la hora.

Gromov: Pero sí que existen obras literarias (o que lo han llegado a ser por accidente) que escapan a cualquier tipo de esqueletización. Pienso, por ejemplo, en las Meditaciones de Marco Aurelio. O en Max Havelaar, la obra maestra de la literatura neerlandesa. En ella, su autor, Multatuli (“el que mucho sufrió”), detiene el curso de la obra de cuajo y deja aparte a su simpático protagonista para hacer un alegato anticolonialista…y ahí se acaba la novela. Da toda la impresión de que se hartó de la tramoya literaria de su tesis e inopinadamente fue al meollo de la misma. Si eso no es improvisar…

Larsen: Algo parecido ocurre con la película iraní El Espejo. Cuando la niña actriz se harta de las convenciones del rodaje y se deshace de su atrezzo, el director decide seguir filmando  su comportamiento y así la película se transforma de golpe en un impretendido documental.

Amanuense: No hacen falta ejemplos tan rebuscados. Si queréis improvisación a  cascoporro y aquí mismo, sólo tenemos que ir al Desengaño y darle un poco de cuerda a Demóstenes.


Gromov: Para eso, mejor que nosotros, una buena moza para que la requiebre.


Tinofc: ¿Véis lo que os decía? Ni puta gracia.

[Spasavic]

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