2 de diciembre de 2015

El divino Ariosto





El Orlando Furioso tiene fama, entre otras cosas, por algunos pasajes bastante rijosos, como éste de la reina y el enano que se cita parcialmente abajo. Lo creáis o no, nos lo envió el propio traductor José Mª Micó cuando su edición en Espasa todavía estaba en galeradas (en algunas de las otras versiones que tenemos viene sin traducir o directamente mutilado).

Por paternalistas razones que se entenderán a la luz de lo dicho, éste es el diálogo entre el cura y el barbero acerca de Ariosto en el donoso escrutinio de la biblioteca de Don Quijote:
-...el cristiano poeta Ludovico Ariosto, al cual, si aquí le hallo, ya que habla en otra lengua que la suya, no le guardaré respeto alguno; pero si habla en su idioma, le pondré sobre mi cabeza. 

-Pues yo le tengo en italiano, dijo el barbero, mas no le entiendo. 

-Ni aun fuera bien que vos le entendiérais, respondió el cura.

Y aquí está el episodio en cuestión (que interrumpimos en la mitad de la cosa, en su punto más álgido):

Y del salón en el ángulo oscuro
(pues no se abrían nunca las ventanas),
vio entre el suelo y el muro una rendija
con un hilo de luz que la cruzaba.
Puso allí el ojo y vio una cosa entonces
que no creería nadie que la oyese;
pero él no la oyó, la vio bien vista,
y no pudo creer lo que veía.
Se veía la estancia más secreta
de la reina, la más engalanada;
y en tal estancia nunca entraba nadie
que no fuese de extrema confianza.
Miró con atención y vio a un enano
revuelto en rara lucha con la reina,
y era tan diestro el tipo en su trabajo,
que logró colocársela debajo.


Una temporada en el infierno

Charlus & Jupien 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.