8 de octubre de 2015

El tanga rojo






EL TANGA ROJO


Si Gonzalo hubiera descubierto el tanga rojo en el bolsillo de su abrigo antes de subir a casa, ahora no estaría frente al cadáver de Diana, masticando el silencio y el remordimiento con las manos manchadas de sangre. Podría haberse deshecho de la prenda y guardar silencio, pero ¿y si resulta que ella la había puesto allí para cerciorarse de su fidelidad? En cuyo caso lo mejor hubiera sido confesar su desconcierto ante el hallazgo. Lo único seguro es que Diana había engullido el tanga completamente, produciéndole la asfixia que había acabado con ella. Y allí estaba, frente al cadáver de Diana, pensando en cómo le explicaría a su esposa la presencia de la perrita patas arriba con la tráquea y el abdomen abiertos.

José Miguel López-Astilleros

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