11 de enero de 2015

Las malas compañías



El Rastro, invierno de 2015



Con un paisaje cristalizado por la helada aparecimos, un domingo más, en el Rastro. Atravesamos el delta y el arroyo sin encontrar nada que mereciese la pena doblar el espinazo.
El inspector Ocramalliv no hacía más que hacer preguntas sobre las compras de última hora de la semana pasada cuando él se había ido. El ruso le daba los nombres de los autores como si fuese la alineación del equipo rastreril: Castelao, Azorín, Gómez de la Serna, Pla, Camba, Valle-Inclán... Y de reservas, Puerto, Bruno Marcos, Bonilla y Trapiello. "No sigas que me da la calambrina y tenemos que ir al bar de la Mari a por un carajillo", de esta forma interrumpió el carrusel deportivo el polaco.

"Siete años de mala suerte", esa fue la condena refranera que le había caído a Gromov por romper el espejo de Cantareros. La maldición empezó a cumplirse con el nuevo año.
El Tío Quisquillas se trajo esta semana a su mujer para vigilar la mercancía ("el otro día me robaron una cámara, y ven más dos ojos que uno"). Todos los Ultramarinos fueron haciendo su lote y se lo iban presentando al chamarilero que por el grosor del libro iba tasando su precio. Cuando le tocó el turno a Gromov el precio que le marcó fue de 12 euros por los cuatro libros. El estepario contento con el ajuste se dio otra vuelta para alimentar el vicio de lo barato y cometió un desliz: le pidió consejo al Cronista de Indias sobre el valor real de un par de libros del lote que llevaba debajo el brazo. Cuando fue a pagar el Tío Quisquillas le pidió sólo por un libro 20 euros. El ruso le presentó sus quejas moderadas: "Eso no se hace, me ha dado un precio y después me lo cambia; me parece poco serio". "Ya nos conocemos de sobra desde hace unos años, y tú a mí no me engañas", le replicó el vendedor. La mujer trataba de calmarle con la promesa de guardarle el libro si cambiaba de parecer a lo largo de la mañana. Gromov tiró sobre el montón de papeles su lote (florituras que repite últimamente para persuadir y rebajar el precio), y se fue rezungando: "Eso no se hace, eso no se hace".

El trapero Larsen le  señaló los tres errores de pardillo que había cometido:" El primero, no pagar cuando te los tasó la primera vez; el segundo, preguntar por el valor de los libros ya tasados al Cronista delante del tasador y el  tercero y más imperdonable no haber leído el Bestiario del Rastro donde aparece reflejado a la perfección este tipo de vendedor de libros". " Pero ese libro del Bestiario, ¿no lo escribiste tú, Gromov?", con la sorna de los que se han bañado en el Esla le clavó la puñalada rastrera Tinofc.

Terminamos haciendo un recuento de algunos de los títulos conseguidos con el arte de la pesca de bajura o de arrastre en estas aguas turbias del sumidero. Las cosas del Campo de Muñoz Rojas, La camarada Ana de Madariaga, La torre de Ordás y otros poemas de Florentino Fernández, Eminencia gris de Huxley, La noche de Ulises de Joyce (en la mítica editorial argentina de Sur), Tras el águila del César (Elegía del tercio) de Luys Santa María, Criaturas del aire de Savater, El monasterio de Gradefes, Interpretation de Natalia Álvarez y Con solera de Domenchina.
Estos son los restos del naufragio que una mañana más rescatamos del olvido en el que reposaban en sus cajas de cartón neblino.




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