17 de enero de 2015

Neguijón Capturado










Neguijón capturado

Día 2
El cambio de dieta no parece afectarles. La leche en polvo coloreada con betanina permite verlas sin dificultad y evita olores desagradables. Negui, es algo más corpulenta y parece más activa que Conchi. Mario me comunica que no ha cambiado la dieta, sigue con hígado.

Aquel día que el amigo Larsen me dejó la quijotesca Neguijón, de Iwasaki, no sabía cuán premonitoria sería. Claro que bien pensado, si lo supiera dejaría de ser premonitoria. En una noche de insomnio, leí la breve novela con satisfacción, aunque hay que reconocer que es mejor leerla con el estómago templado. Por sus páginas barrocas transita, entre otros, Gregorio de Utrilla, sacamuelas obsesionado con atrapar al escurridizo neguijón, gusanillo al que se le suponía causante de la podredumbre de las muelas. 

Conozco a Mario desde los tiempos universitarios. Iba de vez en cuando por nuestro piso de estudiantes. Fue donde lo conocí. Vivíamos allí tres compañeros, Julito que estudiaba Derecho, y Luis y yo, estudiantes de Biología. Mario era compañero de facultad y amigo de Julito. Había que verlo en aquellos tiempos en los que imperaba el look desastrado, parecía un pincel. De modales finos, educado, estirado, pulcro, elegante, con aires de refinado aristócrata. De verdad que contrastaba con la demás fauna montaraz a la que pertenecíamos la mayoría de los jóvenes de aquella época. Un auténtico dandy entre cabreros descosidos.  Por aquello de los prejuicios estéticos el tipo no me cayó bien cuando me lo presentó Julito, además lo remató con los primeros comentarios que le oí. Estaba yo estudiando para un examen y entraron en mi cuarto Julito y él a pedirme tabaco. En ese momento fue cuando nos presentaron. Mario me preguntó qué estaba haciendo. Le expliqué someramente el problema de ADN recombinante que me tenía comida la moral y el tipo va y me dice: “¡qué interesante es eso! Menudo pasatiempo, esto es mejor que los crucigramas que hago por las mañanas” La mirada que le eché fue perfectamente interpretada por Julito, pero Mario como si nada, es más me dijo que si le dejaba el libro para echarle un vistazo… ni que decir tiene que se quedaron sin tabaco.

Día 3
Negui ha entrado en el segundo instar, mide 5 mm, segmentos torácicos bien diferenciados, piezas bucales y espiráculos posteriores visibles. Conchi parece estar todavía en el primer instar, no pasa de 3 mm, no se distinguen piezas bucales ni espiráculos posteriores. Presenta menos actividad que Negui. Mario me informa que las suyas miden 7 mm y en ambas son visibles las piezas bucales exteriores y los espiráculos posteriores.

Aquel fue el primer contacto con Mario. Desde entonces han pasado casi treinta años de gran amistad, a pesar de aquel primer encuentro poco prometedor, en los que hemos sido compañeros de estudios, juergas, confidencias y trabajo. Lo del pasatiempo en aquel problema de ADN recombinante lo decía en serio. Se matriculó en Bilogía como amateur como le gustaba decir. Acabó a la vez Biología y Derecho… y en ambas con brillante expediente. Lo que son las cosas, desde que acabó, el Derecho es su pasatiempo y la Biología su medio de vida. 

Día 4
Conchi no ha sobrevivido. La fijo con agua caliente para posterior estudio con microscopio. Negui mide 6 mm, muy activa. Bien definidos los doce segmentos. La identificación no es posible. El informe de Mario dice que las suyas muestran gran actividad y que miden 9 mm. Pienso que esa diferencia de tamaño obedece a que la dieta es diferente, siendo la suya de largo más proteica,  ya que la temperatura es prácticamante igual.

En Septiembre pasado con motivo del Starmus Festival, en el que presentábamos un estudio sobre la eutroficación de los acuíferos como consecuencia del empleo de anticongelantes en las carreteras, pasamos unos días en el sur de Tenerife. Nos hospedábamos en un bonito hotel, en el que por cierto, coincidimos con Brian May, el de Queen, que también era conferenciante del Starmus Festival. El último día del Festival estábamos desayunando a base de fruta cuando me fijé en algo que se movía haciendo equilibrios en el bigote de Mario cerca de la comisura de los labios. Me acerqué y con cuidado lo cogí entre los dedos. Era un gusanillo. Se lo estaba mostrando a Mario, casi no me dio tiempo a verlo cuando se me cayó de la mano. Por más que lo busqué no lo volví a ver. Fue un visto y no visto y enseguida deseché la primera impresión que me produjo la larva… se trataría sin duda de un gusanillo de la fruta que con deleite estaba tomando Mario.

Día 6
El estudio de Conchi al microscopio no me revela datos suficientes para identificación. Seguía en el primer instar, con peritrema incompleto en espiráculos posteriores, anillos de espinas bien visibles en los primeros segmentos pero no en los tres últimos. Negui ha mudado. Tercer instar. Mide 8 mm. Resisto la tentación de fijarla con agua caliente para identificación de la especie, pero pronostico que es un califórido, más probablemente una Calliphora que una Lucilia. Mario me informa que las suyas miden 11 mm y que se ratifica en su valoración: sarcóphaga

Después del frugal desayuno y antes de irnos al Festival nos pasamos por la habitación de Mario a recoger el portátil. Mientras él lo buscaba, entré en el cuarto de baño y me fijé que donde debería haber un cepillo de dientes de los que usa todo el mundo había un palito color canela del tamaño de un bolígrafo pero un poco más grueso. En uno de sus extremos aparecía como una especie de brocha. Pregunté a Mario qué era eso y confirmó mis sospechas: era un cepillo de dientes ecológico que pedía por Internet a un sitio raro. Me dijo que era una varita de miswak (creo que se escribe así o algo parecido) que es un árbol que crece en Asia y me glosó las propiedades que tiene: antiséptico, fuente de fluor, vitamina C, antioxidante, blanqueante de dientes y no sé cuantas cosas más. Al preguntarle por el dentífrico que usaba con esa brocha se echó a reír. Resulta que el palito es un dos por uno, sirve de cepillo de dientes y dentífrico a la vez. La última rareza conocida de Mario. Bueno, la penúltima, porque la última vino al poco. Quise ahorrarme el paseo hasta mi cuarto. Para limpiarme los dientes y ya que no lo iba a usar, le pedí a Mario el kit higiénico de cortesía que ponían en el hotel. Me miró como si le hubiera pedido una raya de coca. Me aconsejó que si no quería ser candidato a una ginecomastia masculina, me olvidara de los dentífricos comerciales, que la mayoría de los dentífricos y desodorantes químicos tienen ésteres de parabenos capaces de confundir la fisiología del estrógeno, por eso se había pasado al cepillo miswak. Seguía contándome que diariamente se cepillaba con ese artilugio y que además los domingos se hacía enjuagues bucales con bicarbonato de sodio, cuando vi de casualidad en el lavabo otro gusanillo retorciéndose. Esta vez no lo cogí y mientras mi amigo seguía con las maldades de las pastas dentífricas al uso, observé el animalejo de cerca. A pesar de que no pasaba de 3 ó 4 milímetros no cabía duda, aquella larva no era de ninguna fruta. Llamé a Mario y se la mostré. A pesar de necesitar gafas de aumento lo vio tan claro como yo. Blanquecina, fusiforme y con el extremo posterior truncado, era evidente que se trataba de una larva necrófaga. 

Día 8
Negui medía alrededor de 11 mm a las 8 de la mañana, pero a las 20 muestra signos de fase prepuparia. Muy poca actividad. Ha perdido longitud y la forma, se está contrayendo. A las 23 ha cesado la actividad totalmente. Mario comenta que una de las suyas mide 13 mm y la otra 14. Con esos tamaños y por los espiráculos posteriores descarta totalmente que sean calíforídos. Aparte de la dieta tiene que haber alguna otra variable que se me escapa, esta diferencia de tamaño no puede obedecer exclusivamente a la alimentación.

Nos quedamos los dos perplejos. Era la segunda criatura que veíamos y esta vez no había duda, no venía de la fruta. ¿De dónde diablos venían? Estaba inspeccionando el desagüe cuando mi amigo, sobresaltado, me enseñó una tercera larva que acababa de quitarse de la comisura de los labios. Miasis, a Mario le entró la neura de la miasis. Se precipitó hacia el espejo y abriendo la boca de par en par se puso a escudriñarla. No veía nada extraño y me pidió que le echara un vistazo pero yo tampoco vi nada fuera de lo normal. De algún sitio saldrían los animalejos, pero ¿de dónde?, ¿cómo llegaron a su boca? Conociendo a Mario, que es un neuras de cuidado, y para quitarle hierro al asunto, le dije que se había topado ni más ni menos que con el neguijón que buscó en vano el sacamuelas Gregorio de Utrilla, pero no me hizo mucho caso, estaba absorto tratando de dar con la gusanera. Exhalando un suspiro dio con la respuesta. En su varita de miswak me señaló una larva funambulista. Allí estaba retorciéndose y haciendo equilibrios sobre una cerda. Cogimos el palito y entre las cerdas encontramos tres gusanos más otro que se había caído al fondo del vaso donde estaba la varita. Según parecía no sólo se había lavado la boca al levantarse sino que se había llevado unos cuantos gusanos de premio entre los dientes.

Día 10
Negui pasa a la fase de pupa. Forma de barrilete, un poco alargado, rojo oscuro, cutícula brillante. Mario me comunica que sus larvas siguen muy activas y no muestran ningún signo prepupario. Le parece extraño que Negui se haya convertido en ninfa. 

Era aquella entomofauna cadavérica, lo que quería decir que a alguna mosca le había dado por depositar sus huevos sobre algún diminuto resto de comida que se había quedado enredado en los pelos de la varita. Descartada la miasis y Mario más tranquilo, recogimos las cuatro larvas y nos quedamos observándolas. Deduje que por el tamaño habrían salido del huevo no haría más de veinticuatro horas, y que serían de la primera oleada de moscas que acuden a los cadáveres, serían pues del género musca o calliphora.  Para mi amigo aquellas larvas no tendrían más de tres o cuatro horas, y no habían salido de ningún huevo. Por el calor que hacía en el sur Tenerife en aquellos días perfectamente podían ser de la segunda oleada de moscas, no necesariamente de la primera, eran por lo tanto del género sarcóphaga cuyas hembras vivíparas depositan larvas, no huevos. Como no nos poníamos de acuerdo quedamos en llevarnos dos larvas cada uno y criarlas hasta que se convirtieran en moscas. Bajamos al bar y le pedimos a la camarera que nos atendía habitualmente que por favor nos consiguiera un trocito de carne cruda, a ser posible hígado. A pesar de estar vacunada, pues aquellos días el hotel estaba lleno de frikis por lo del Starmus Festival, nos miró un tanto perpleja. Quise intervenir, pero ya era tarde. Mario, que todo lo ve tan natural, y le falta alguna que otra estrategia social, le estaba contando lo de las larvas. Tuve que darle un codazo para que se callara. Mientras la cara de la muchacha iba girando del moreno al pálido y del pálido al grisáceo. Se fue volando de nuestro lado con los brazos sobre el regazo, al parecer, apremiada por incipientes espasmos.

Día 22
Pues no es una Callíphora. Negui se ha convertido en una estupenda Lucilia Caesar macho. Saco fotos para enviarle a Mario quien queda desconcertado al verlas. Me felicita por lo acertado de mi pronóstico, aunque el sigue cabezón pensando que sus larvas son sarcóphagas. Sus larvas pasaron a fase pupa el día 13. 

Día 25
Sarcóphaga Carnaria. No me lo puedo creer. Mario me envía varias fotos con dos moscardones del tórax rayado. Inaudito, un ínfimo resto de comida colonizado por dos especies de dípteros diferentes. Le felicito por lo certero de su vaticinio. En la posdata me dice que se ha comprado un cepillo de dientes eléctrico Braun, y que ahora usa dentífrico de Mercadona, elixir bucal concentrado Kenphor, e hilo dental Oral B, y que eso de los parabenos y la ginecomastia masculina está todavía por demostrar.

Al poco de recibir el correo con esta información, me llama por teléfono y me pregunta qué era aquello que le decía en el hotel de Tenerife sobre un sacamuelas de Utrilla que buscaba un neguijón y qué es eso del neguijón… Mario es así.


[El Amanuense]

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