24 de enero de 2015

Las malas compañías


El Rastro, invierno de 2014





Eramos cuatro pelagatos vagando por la orilla del río. Iluminábamos la niebla con una vieja linterna. En el delta mantenían esta conversación a las siete y media de la mañana:
-Hoy no se ha puesto nadie en la otra acera.
-Mejor, así; a lo mejor vendemos más.
-Qué raro, no habrán cambiado la hora otra vez, y éstos no se han enterado, como siempre.

El chico del Círculo llenaba una bolsa de muñecos de plástico desgastado por el manoseo del juego; en cuanto nos vio se puso de pie y nos llamó para ofrecernos alguna novedad a los clientes preferentes. Sacó de su bolsa de pan un facsímil de la Historia de León de Fray Risco, por el que le ofrecía Ridruejo (cuánto tiempo sin saber de este pájaro) 12 euros.

Cuando llegamos a Reto todo estaba despejado; sólo estaba en la garita el polaco que con unos silbidos oscuros llamó nuestra atención. Como todavía estaba desenvolviendo el toldo, Tinofc ,aprovechando la ausencia de Gromov (“allí está bien con sus amigos de Libros&Libros”), empezó a desvelarnos los descubrimientos literarios de la semana, con un entusiasmo espiritoso. Nos habló de Emilio Quintana ("el último polaco"), de varios poemas que había descubierto de Juárez, del arte del Yo-Yo y sus escritores improbables, de Bonilla. Se atrevió a sugerir un nuevo estante para la tienda ultramarina que llevaría la etiqueta de Hojeo donde cabrían los libros y las lecturas ("con la edad y el hastío de novedades, más bien relecturas") que en este momento estaban haciendo los ultramarinos y otra ralea. Viéndole emocionado le animamos a inagurarla esta semana (“con calma que toda la semana estoy en ruta de Colmados y Comeciales La Confianza, y apenas me queda el fin de semana para desempolvar algunos textos perdidos en la deriva”).

Con su bolsa de Yo son soy tonto (por si teníamos dudas) se presentó el Amanuense con dos joyas de bibliofilía para el poeta de la intemperie. Éste le prometió devolversela en una semana, después de hacer unas fichas para un encargo sobre la fiesta en la tradición barroca. El Cronista de Indias presumía de haber conseguido en una almoneda, donde el libro más barato no está al alcance de los traperos del tiempo, la primera edición de Presentimiento de la ausencia de Juan Panero casi regalada. Los misterios de la suerte del principiante.

Macario, el almirante de Rueda, traía una botella de Protos encerrada en una urna de madera y cristal para enseñárnosla. El escritor de Alfranca le preguntó con ingenuidad estudiada para qué quería eso, “coño pa que va a ser para bebérmela con un trozo de pan y tocino”, le respondió el falangista. "Ten cuidado, no te hayan infiltrado vino de garrafón", apostilló el experimentado Malauva.
No sabemos por qué salió a colación La vida dañada de Aníbal Núñez de Fernando R. de la flor, pero fue oir el juicio del trapero: “mucha palabrería y poca claridad; llevo leídas 150 páginas y todavía no sé nada del poeta salmantino. Con razón dice el dandy catedrático que el libro no era un biografía”. Elpoeta de la intemperie empezó a reirse a carcajada limpia. Con esa mueca de títere quedó retratada la mañana, donde un día más nuestras ilusiones pedían cobijo.



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