21 de junio de 2013

Las malas compañías



El Rastro, primavera del 2013



En Reto seguimos contemplando desde hace varias semanas el desmantelamiento del Centro social del Ayuntamiento. Todo parece una alegoría de la vida cultural de esta ciudad.
Desde que Tinofc reinvindica la novela como género total, llena todos los domingos la bolsa de Mercadona con folletines de los últimos siglos. El escéptico Larsen ha dejado de lado "ese género caduco" y solamente recoge a poetas esquinados como Bruno M. Carcedo, Víctor M. Díez, Artigue, Pascual, Sarabia... "Todos me hacen querer más a los clásicos".
En el Arroyo revolvían los Ultramarinos entre unas cajas de singles. Buscaban la banda sonora de sus años de guateque, tardes de coches de choque y sesión vermut. Cada uno perseguía su música: los vinilos de la Movida,  los sesenta, la rumba navajera y la canción melódica.  Todos los plásticos de 12 y 10  pulgadas habían sido ya expurgados, solamente estaban sus primos pobres de 7 pulgadas creando una sensación de feria discográfica sixties.
El  Trapero se compró la pistola de los Soprano, pero le querían vender una de bolas y otra de agua. No aceptó el farol y escapó con su cámara al Delta a fotografiar objetos inútiles y bellos.
En el rincón del Pastor, un mermado Amanuense se quejaba del precio (400 eiros) de una colección de Revistas de tauromaquia. "Si le pide precio ese pierdemisas seguro que se lo deja en la mitad". Todo le pasa por pagar con tarjeta. Debido al tiempo perdido con los surcos y las pulgadas llegó tarde el primo de Freud a un ejemplar del Guzman de Alfarache del siglo XVIII. Se le veía triste y con ganas de escapar al pueblo a escuchar a Danza invisible con un martini con ginebra, y olvidarse del pícaro y la madre que lo parió.
A la sombra de un platanal, el Ilustrado miraba con detalle unos folletos del Reglamento de los ferroviarios. "Siempre quise ser guardavías como mi abuelo", nos contó con la esperanza de aparecer en estas crónicas  con el aire romántico que dan las vías y las estaciones de tren.
Perdimos a Ocramalliv en la ferretería de Bembibre. A la vuelta nos enseñó la llave inglesa Bellota (marca de calidad). Larsen le escuchaba con curiosidad sabiendo que la única marca que le sonaba era Adidas.
Vimos al Ultraísta un poco lento de reflejos quejándose de todo para no variar. Tinofc le ofreció la llave para que arreglase su avería, y casi se la tira a la cabeza. Nos alejamos para no entretenerlo más y que descargase antes de la una.
El Editor de Labici nos desveló que su mayor ilusión sería tener una ferretería en el barrio, con su catálogo de herramientas, tuercas, tornillos, cerraduras, clavos, silicona, candados... Y que su mujer trabajase en su mercería con sus botones cintas, alfileres, corchetes, dedales, coderas... ¿Serían felices en el trato y comercio de las cosas menudas? Sueños de un provinciano. 
Así bien podría llamarse el próximo diario del humilde Leopardi del Torío, que aspira a párroco del palomar de Manzaneda con sus homilías papirofléxicas.
Con un hermoso catálogo del Zorro rojo (cortesía de Tinofc) se fue el Trapero. Con la música de Negra noche de Sabina sonando en su coche, escapó el Polaco contento con las Memorias de Julien Gracq donde nos cuenta que "la literatura me interesa  porque tiene que ver siempre con, mayor y menor fuerza, con el mundo de los afectos".






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