14 de noviembre de 2013

Facsímil



Otra conversación interceptada, esta vez entre el Ilustrado, el Amanuense, Simenon y un Erudito Local que no ha podido ser identificado. Fue ante el puesto del Pastor en una radiante mañana otoñal.


FACSÍMIL

Los facsímiles dilectos de los interlocutores: las Cantigas, el Dioscorides de Laguna y el Quijote



Pastor: Aprovechar, que hoy va todo a un euro [señalando a su derecha]. Bueno, estos de aquí.

Ilustrado [a Simenon]: Mira esta Historia de los Girondinos de Lamartine en tres tomos. Está claro que están reencuadernados, pero ¿son auténticos o facsímiles, que te parece?

Pastor [mosqueado]: A mí me dijo un librero que eran viejos.

Simenon [al Pastor, chupeteando su pipa]: A ver, que preguntar si es facsímil no es desprestigiar ni devaluar la obra… 

Amanuense [terciando, examinando uno de los ejemplares]: Yo creo que no es original. Este papel parece muy bueno y bien conservado para tener más de cien años y, además, le han pegado un buen guillotinazo. Pero si hasta las manchas de óxido parecen reproducidas…

Erudito Local [levantando la vista de la morralla de a euro]: ¿Tenéis un cuentahílos? Con un cuentahílos se puede saber.

Simenon [perplejo ante la pregunta]: Yo los únicos facsímiles que manejo son los de Google Books, así que no tengo ni idea de eso.

Amanuense: Pues los hay muy buenos. La Biblioteca Nacional, una vez digitalizadas, vende sus mejores obras en facsímil, asociada con una editorial llamada Bubok.

Ilustrado: Ya, pero las editoriales especializadas son Moleiro y Edilán. ¿Cuáles son los mejores facsímiles de vuestras bibliotecas?

Erudito Local: Yo, unas Cantigas de Alfonso X el Sabio que da gloria verlas. Justamente, en Edilán.

Amanuense: Pues yo, la Materia Médica de Dioscórides anotada por el doctor Laguna, en edición especial para Felipe II, editado por la Comunidad de Madrid.

Ilustrado [contundente]: No los cambiaría por mi Quijote de la Hispanic Society of America impreso por Papeles de Son Armadans Alfaguara en papel verjurado.

Simenon: Sí, cuando el centenario hubo algún “espabilao” que quiso colar un desportillado facsímil como original. Pero a mí me basta con el Quijote de Riquer, del que se han hecho cientos de ediciones anastáticas. Por cierto, esta palabreja viene de anástasis, que significa “resurrección”: el facsímil de los pobres, vamos. O sea, una reimpresión utilizando las mismas planchas o fotolitos que la primera edición.

Amanuense: En cualquier caso, un facsímil es un “quiero y no puedo”. Ya sabéis lo aficionado que era Walter Benjamin al coleccionismo, y lo que se preocupó de la obra de arte en la época de la reproducción técnica. Pues bien, para él, un buen libro era una obra de arte, y un facsímil (su propio nombre lo dice: fac simile, haz semejante) un claro exponente de esa clonación de lo bello.

Pastor [alucinando]: Pero bueno, ¿me vais a comprar los libros o no?

Simenon: Yo no. Ya los tengo en editorial Sopena.

Ilustrado: A mí no me petan. Son mejores las historias de la revolución de Thiers o Michelet.

Amanuense: A mí sí me gustan, pero es que se me suben mucho.

Erudito Local [afable]: Pues lo que es yo, ya no tengo sitio para tanto libro.

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[Otra cala del archivo de Spasavic, biblioperito (que no bibliopirata)]

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