Los héroes ultramarinos |
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
soñaba con los héroes de la Ilíada!
(Antonio Machado)
Canta, ¡oh Musa!, la cólera del Eslavo Gromov, funesto resentimiento que causó graves males a los ultramarinos y
cubrió el Rastro de negros nubarrones (cumplíase la voluntad de Zeus) cuando se
separaron, disputando, el Factótum Larsen y el Ruso de la lengua ligera.
¿Y cuál de entre los dioses
provocó la contienda para que pelearan? Eris, la discordia, suscitó la maligna disensión.
LARSEN: [con las entrañas
negras y los ojos de relumbrante fuego, encarándose a su némesis]: ¡Gromov,
portador de males, jamás has dado noticia de nada grato! Siempre andas
malmetiendo y nunca dijiste nada nuevo o bueno. Y ahora me disputas el botín,
la parte que legítimamente me corresponde…
GROMOV: En mucho desprecias, Larsen, mis grandes fatigas, y jamás
la parte que obtengo iguala a la tuya, aunque lo más pesado recae en mis manos. Mejor es regresar a la patria en las cóncavas naves que permanecer aquí sin honra para procurarte
a ti ganancia y riqueza.
LARSEN: Vete, si a ello tu ánimo te incita, pues me eres más odioso
que ningún otro de los ultramarinos,
porque siempre te han gustado las riñas, luchas y peleas: que si grande es tu
fuerza, un dios te la dio. No me importa que estés irritado, y de ello no me preocupo, pero te haré una amenaza: puesto
que pretendes mi botín, yo mismo me llevaré tu recompensa, para que sepas bien
cuán más poderoso soy y temas ser mi igual y compararte conmigo.
GROMOV: ¡Ebrio de vino, que tienes ojos de perro y corazón de
ciervo! Esto voy a decirte y sobre ello prestaré gran juramento: algún día echarás
de menos a Gromov y entonces desgarrarás tu corazón por haberme tenido en
menos.
TINOFC [suave en el hablar, elocuente orador de cuya boca las
palabras fluyen más dulces que la miel]: ¡Oh dioses! ¡Qué motivo de pesar tan
grande para los ultramarinos! Pero dejaos convencer, ya que ambos sois más
jóvenes que yo: no disputéis por el botín y sosegad vuestra cólera.
LARSEN: Oportuno es, viejo, cuanto acabas de decir, pero es que
éste siempre quiere anteponerse a los demás, a todos quiere dominar y a todos
dar órdenes. Si los eternos dioses le hicieron belicoso, ¿le permiten por eso
proferir injurias?
GROMOV: Cobarde y vil se me llamaría si cediese: ya no recibiré más
órdenes de nadie. Y otra cosa diré, que fijaréis en la memoria: no oiréis de mí
hasta que el propio Larsen me desagravie al comprender la falta que ha cometido
no honrando a uno de los insignes ultramarinos.
[Homérico Spasavic]
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