8 de octubre de 2014

Bestiario del Quijote (XXXIII)


Pancho Purroy, todo un personaje, escribió esta columna que coincide en parte con temas ya tratados en algunos de nuestros quijotescos bestiarios y nos da pistas sobre futuras entregas.



QUIJOTE ANIMALESCO

 Pancho Purroy,  Diario de León, 03/07/2005

LAS AVENTURAS del Caballero de la Triste Figura y su escudero Sancho Panza transcurren por ventas y caminos, pero el paisaje de La Mancha no recibe demasiada atención cuando lo recorren a lomos de Rocinante y el rucio. Rastrear la fauna en el libro de caballería que rodea a esta pareja de idealistas indica una preferencia por el animalario doméstico y comestible. La especie más citada es sin duda alguna el asno, rucio, jumento o pollino, empleándose solo en dos ocasiones la palabra burra, y dedican el epíteto asnal a personas cerriles. La magia rodea a los cuervos, aves agoreras en las que se transforman algunos hombres. Los animales viles son lagartos, sapos y culebras, aunque los cabellos de Medusa imitan la forma de las serpientes. Agudeza visual del lince, sueño del lirón, fiereza y aullidos del lobo, sorpresa en el salto de la liebre, honestidad del elefante, astucia de la raposa, mansedumbre de la oveja, insignificancia de la pulga, torpeza del buitre, ligereza del halcón, dulzura de la tortolilla y capacidad de resistir al fuego de la salamanquesa, son cualidades y defectos apreciados por Don Quijote de La Mancha. La pareja realmente pasó hambre y sueñan entonces con pitanza en sus aventuras y lances. Entre lo exquisito, sobresalen perdices, faisanes y francolines. Entonces, el francolín era gallinácea silvestre habitante de ramblas arboladas del Mediterráneo, antes de extinguirse. Se menciona continuamente el tocino de puerco como alivio del ayuno, y solo una vez al jamón. De entomología aplicada hay esta frase: "Sabrás, Sancho, que los españoles, y los que embarcan en Cádiz para ir a las Indias Orientales, una de las señales que tienen para entender que han pasado la línea equinoccial que te he dicho es que a todos los que van en el navío se les mueren los piojos, sin que les quede ninguno". Con los vertebrados, Don Quijote se despista, y en la cueva de Montesinos, al referirse a los murciélagos, símbolos de la oscuridad, los califica de aves nocturnas.

[Gromov]

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