24 de octubre de 2014

el mundo como texto




 el lector

Así el lector se inclina, fervoroso,
como en la tierra el labrador, al alba,
abre los grumos. Y oye al pájaro

más allá de la tierra, mientras rompe
la claridad, decir su canto, y sabe
que sólo allí, sobre la tierra, canta.

Líneas, surcos, estrellas que abandonan
la noche. Son los signos. La mirada
abre la tierra oscura. Ahora la mano,

trémula y sigilosa, da la vuelta
a la hoja, y prosigue. Va leyendo
el sol en el terrón deshecho. Ramas,

hojas iluminadas, piedras
aquí y allá desde el origen dicen
las lindes, el secreto de la tierra

entregada a la mano. Y se abre paso
entre la luz, mira los árboles. ¡Lenguaje
que lo posee, y es él, y dice con la luz

el borde de la piedra, la lisura
de la hoja de marzo que se enhebra
al aire! Y lo que lee, el cielo
sin nubes, la terraza en la montaña,
el huerto breve junto a los lentiscos,
la ladera entre el sol y el surco oscuro,

es la tierra tendida, iluminada.
Y se detuvo. Y miró en torno
el aire claro, el sol y la desnuda

nerviación de la hoja en marzo, lisa
y recorrida por la savia como
el ojo recorrió y amó la tierra.
  (ASR) 
[para T.O.]


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