31 de enero de 2014

Las malas compañías




El Rastro, invierno del 2014



El Ilustrado, mudo, escapando sin los portes con dos bolsas de libros, Apollinaire, La locura de Foucault, Los discursos de Fidel, las Obras Completas de Stalin en unos tomos rojos, el primo de Freud buscando, sin moverse El mito del eterno retorno de Eliade, La triste canción del caballo de Nietzsche, los poemas de Ullán, el Expresionismo alemán, el Capital de Marx en la cartera rota de Gromov, La historia de la mierda (Pretextos), el Diccionario de símbolos de Cirlot, Tinofc agachado manteniendo el equilibrio con un libro de Gaya en una mano y otro de Tápies en la otra, la Estética Kirsch, Viva México de Eisenstein, las novelas revolucionarias de Sergio Ramírez, la estrategia del caracol del Docto Spasavic, las Memorias sandinistas de Tomás Borge (La paciente impaciencia), Las once mil vergasLa historia del ojo, el Macondo de G. G. Márquez en la bolsa del Ultraísta, El ojo crítico de Deleuze, las revistas Totem de Bombita, Las revoluciones americanas del S XX,  Las vanguardias artísticas, el primer libro de Irigoyen (Cielos e inviernos), Picasso en el París de Entreguerras, el reloj roto del Lituano, las cajas de cartón, el Libro de Manuel del Cortázar más político, La memoria del fuego 3, el catálogo de la  exposición  Homenaje a las víctimas del franquismo y a los luchadores por la libertad, el juego de Literaturatour, Confesiones de un fumador dopio,  los viajes lisérgicos de Escohotado, Jesús Díaz, el Diccionario Hispanoamericano, el niño yuntero, el Amanuense esperando las migas del expurgo, el Ruso revolviendo en la caja de Larsen, el Discurso del método del cubano barroco, Las venas abiertas de América latinaLos corresponsales de guerraEl Libro de los abrazos de Galeano, el Polaco buscando las obras completas perdidas de Carpentier, "Todo a un euro", el cable de la plancha del soltero de oro, Passages de Michaux, la austeridad del Hidalgo caballero del Torío, la guasa del tío Perruca y su cofradía, la Gazeta del ArteSuspiria de profundis de Baudelaire, Bataille, El rapto de la cultura de Carlos París, El diálogo sobre el poder, Un estudio psicológico sobre Vicent van Gogh, Autobiografía de Freud, Del cinema como arma de claseEl conocimiento de la Tragedia, Del asesinato considerado como una de las más bellas artes, Ripley en peligroLas palabras y las cosas del filósofo francés,  La memoria y la sangre (antología poética),  Keats,  La historia de la Literatura Española del  S XX de Pedro Salinas, el inspector Ocramalliv volviendo al lugar del crimen, "Moví mi corazón hacia la fuente / y todas las hogueras sollozaron" (J. E. C.). El vicio de lo barato. 
Toda la biblioteca del pintor palentino Carlos Rodríguez Sobrino, naufragó en el malecón de la Habana.



Los demasiados libros (I)

Too many books
The Infinity of Knowledge



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Primera entrega de este enjundioso ensayo de Gabriel Zaid sobre lo que Umberto Eco llamó la "antibiblioteca" y que no hace mucho comenté con el polaco.

30 de enero de 2014

Crónica ultramarina




El original es un dibujo con lápiz de plomo que hice basándome en una 
foto mía. AT







CRÓNICA NO TAN URGENTE DE LOS HECHOS ACAECIDOS EN LOS ACTOS CONMEMORATIVOS DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA MUY SANCTA Y LEAL COFRADÍA DE LOS “ULTRAMARINOS”

Por Anthony Thor, meritorio.



Cuando Larsen le dijo a la tasquera aquello de “es que somos escritores”, la cosa había llegado ya al colmo del delirio. Y es que ocho tíos como castillos diseminados por allí, moviendo mesas y sillas en pos de sabe Dios qué propósito, había alertado a la servicial mesonera y al bueno de Larsen no se le ocurrió etiqueta más tranquilizadora. No se preocupe, no somos terroristas, no pretendemos hacer una barricada con los muebles y pedir un rescate por su vida, no somos dementes, ni narcotraficantes, ni asesinos, ni siquiera somos inspectores de Hacienda de servicio, ni policías, ni espías, ni políticos. No, señora, sólo somos una pandilla de inofensivos “escritores”.

La declaración surtió efecto, porque en un santiamén estábamos todos -cuatro sentados, cuatro de pie- bajo la cabeza de cabrito disecada, como pelotón de fusilamiento a la inversa ante la cámara réflex que manejaba el mesonero por delegación expresa de la esposa. Parece que no quedó del todo mal la foto, aunque el que suscribe a la sazón aún no ha tenido oportunidad de catarla, a juzgar por lo que se veía en la pantalluca. Tras el acto, Larsen sintió la necesidad de, en parte por reconocimiento y también como modo de dar fe de lo proclamado anteriormente, de regalar al barman uno de los veinte ejemplares numerados de la novela. Ahí el amable hostelero tuvo una salida fruto de la deformación profesional. Tomó el cuadernillo grapado en la mano y, palpándolo, exclamó confuso: “pero, esto será un entrante...”. 

La cosa había estado bien en ese bar tradicional de mi inolvidado barrio del Crucero. Ensalada, pulpo, mollejas en salsa y la sempiterna cecina de chivo, llamada por algunos de “Dios me libre” por aquello de los cuernos. Todo ello regado con vinos varios y ornado por una conversación qué iba de Cervantes a Baroja, pasando por las mil y una historias de ropavejería y bibliofilia. Allí estaba el latinista Gromov con su diccionario a la diestra del plato, aunque sin que le estorbara un ápice para pillar tajada, y el finísimo Amanuense con su postre manufacturado en homologado tupperware. Al fondo Tinofc, el hombre del chaleco, y Bombita, el que tuvo el acierto de elegir esta fonda. Y frente a mí, cronista y neófito en esta cofradía, el ínclito Bruno, escritor protagonista del acto; José Miguel el de los apellidos múltiples, crítico y famoso creador de Mortisaga, irreverente xilófago lector y, como no, el versátil y multiforme Larsen-Vokislav, organizador y perpetrador de los fastos lúdico-artísticos más grandiosos del reino de las sombras y de los tenderetes.

Pero estoy hablando de las postrimerías del acto y soy consciente, pues aprendí leyendo  el Reader’s Digest que los artículos se empiezan por un momento culminante y luego, ya prendido el lector, se puede ir profundizando sin peligro de huida. En este caso el meollo, la madre del cordero fue lo sucedido en la chamarilería anticuaria de la calle Cantareros. Fue allí, en un ambiente tan sin par que ni la suite del Palace lo hubiera igualado, donde tuvo lugar en horario matinal la presentación de la novela “Dakovika”, del miembro numerario Bruno Marcos, acompañado del cofrade mayor, Sr. Larsen y presentada por el eminente licenciado Sr. López-Astilleros. Hubo numeroso público, dados los condicionamientos espaciales del local y la poca o nula convocatoria, y no faltaron autoridades del mundo artístico-cultural que aportaron la conveniente pátina de glamour al acto. 

Del momento culminante de este acto, con los ponentes en la mesa presidencial y su eminencia a la diestra, doy cumplida fe en documento gráfico que este humilde cronista y aspirante a miembro de la logia tuvo a bien elaborar con estas torpes manos que ha de cubrir la tierra. 

Otros muchos detalles se podrían referir y mucho más sería de derecho analizar acerca del material literario presentado. Baste decir que a la novela principal la acompañaba una tarjeta con el famoso cuento “El dinosaurio”, ilustrada eficacísimamente por el joven artista Darío Marcos y una hoja volandera donde el hermano Sr. Amanuense, tiene a gala hacer una, no por jocosa menos precisa, clasificación de vendedores de libros antiguos y morrallas variadas. Y aquí termino la estampa verbal, que mi pluma está arañando ya las últimas pulgadas del pergamino, y no están los tiempos para dejar otro a medias. Si vuesas mercedes tienen a bien, y no se resienten de leer tanto de seguido, en otra  ocasión les sigo desgranando aconteceres en un pellejo de cabrito joven que tengo curtiéndose al sereno.





Puntos de venta





[malabia]


29 de enero de 2014

Presentación de Dakovika de Bruno Marcos en el Anticuario (Cantareros 3)



                                                                                                                                                                               Foto de Alfredo

Ediciones manual de ultramarinos presentó el 18 de enero sus primeras publicaciones: Dakovika (novela por entregas) de Bruno Marcos, la hoja volandera Librastrófilos de el Amanuense y el cuento infantil El dinosaurio, en el anticuario de la calle Cantareros.
En el acto participaron el editor Malabia, el crítico literario López-Astilleros y el escritor Bruno Marcos que leyó algunos capítulos  de su novela y firmó ejemplares de Dakovika, al igual que el joven ilustrador del cuento infantil, Darío Marcos.
Se terminó el acto con un vino de la tierra y un brindis por la nueva editorial al ritmo de Jazz.
La jornada finalizó con la comida de los Ultramarinos en el bar Llamas para celebrar el aniversario del blog manual de ultramarinos.











Reportaje fotográfico de Toñi














[Desde aquí damos las gracias a Jose, el anticuario de Cantareros, que nos cedió y adecentó, con la amabilidad de siempre, su misteriosa tienda]




Moleskine


El estandarizado Moleskine
 El cuaderno de notas japonés


[Las ariscas criaturas de ultramar ejercitan hoy sus filosas lenguas]


Larsen: ¡Hombre, Gromov! ¿Nos has traído los prometidos molesquines laponeses? Si no es así, vuélvete por donde viniste.

Gromov: ¡Vaya recibimiento, yo también me alegro de veros! Lo que me pides tendrá que ser para otro fin de semana: los tenía preparados, pero a última hora cambié de mochila y allá se quedaron. Y no son de diseño laponés, sino japonés, que no te enteras.

Tinofc: ¡Vaya milonga! Quien se excusa, se acusa.

Gromov: No pido excusas, porque no os merecéis nada, y menos aún unos cuadernos de notas tan chulos.

Amanuense: ¿De veras que son japoneses?

Gromov: A ver, lo que tienen de japonés es la encuadernación, hecha con un cosido especial. Y, bueno, tampoco son moleskines, eso se lo llaman éstos [señala al dúo inquisidor] a cualquier cutrez donde apuntar. Para que lo fueran, deberían estar hechos de piel (skin) de topo (mole) o similar, y no es el caso.

Larsen [dirigiéndose al Amanuense]: El ruso se equivoca, como siempre. Nosotros distinguimos entre un moleskine y un poleskine. Creíamos que lo que nos ofrecía era genuino, pero ahora ya sabemos que es lo segundo: un p(seudo-m)oleskine.

Amanuense: Es cierto, han proliferado las imitaciones. Últimamente todas las marcas tratan de copiar sus características diferenciadoras: la gomita, la cinta marcapáginas, la tapa dura…

Tinofc: Sí, eso es lo que más le gustaba de los moleskines a Bruce Chatwin, que fue quien los puso de moda. Y creo que el dietarista trapielluno también los utiliza para documentar sus “salones”. Apuesto a que su secreto deseo sería que le publicasen todas las resmas de carnets que lleva escritos en edición facsímil, como han hecho en Francia con los de Proust.

Gromov: Pues Larsen también conserva cuidadosamente fechadas todas sus astrolibretas, para que los filólogos del siglo XXII rastreen las fuentes originarias del movimiento ultramarino.

Larsen [a Gromov, con desapego]: Mira, va a ser lo único que puedan consultar, porque todos tus mareantes correos ya han ido a parar a la papelera de reciclaje (la mayor parte, aquí sea dicho, sin haberlos leído). Y un aviso: a partir de ahora te voy a marcar como spam, que es lo que te has ganado.

Tinofc [a mayores]: Y vamos a proponer al webmaster Karbajc que filtre tus entradas en el ultrablog: que te ponga un numerus clausus, porque si no, tus colaboraciones medrarán como mala hierba.

Gromov: ¡Cuánta acritud! Pero no me siento objeto de vuestra sátira, que es un recurso de impotentes. Os tengo cogidos y pienso sacaros los colores a todos en un próximo bestiario. Larsen, tú obviamente serás un lobo; eso es, pero no uno mordaz y desencantado como el estepario (ya te gustaría), sino el lobo tontorrón de los cuentos infantiles, un lobo-tomizado de encefalograma casi plano.

Larsen: ¡Auuuu!

Gromov: Y tú, polaco, serás un artero raposo: el zorro plateado al que, sin embargo, se la pegan con uvas y se la dan con queso. Os cuadran plenamente esas caracterizaciones.

Amanuense: Menos mal, por esta vez yo me he librado de la saña gromoviana…

Gromov: No tan deprisa: tú, que las matas a la chita callando, serás una zumbona avispa. El Licenciado Vidriera, que tenía una locura lúcida parecida a la mía, huía de su presencia porque comparaba su aguijón con la lengua de los murmuradores.

Larsen: Muy bien Gromov, ya vemos que hay badana para todos. ¿Pero tú? ¿No ejercitas la autocrítica?

Gromov: Si te refieres a qué tipo de animal me representaría, creo que, por su afinidad con mi enajenación mental (transitoria), debería ser un mono loco.

Amanuense: También te pega la liebre de marzo, que se chifla completamente con el celo en primavera. Aparece en la famosa merienda de locos de Lewis Carroll.

Tinofc [a Gromov]: Eso es. Además, si has leído el Quijote, como tanto alardeas, ya sabrás que la liebre es un bicho de mal agüero. O sea, talmente como tú.


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[Spasavicus audiebat et verbatim scribebat]

28 de enero de 2014

El asilo del libro



Ví en una librería de lance un cartel que rezaba:

SE RECOGEN LIBROS

Una lectura apresurada puede entender algo así como un refugio para seres desvalidos o indeseados, pero en realidad es como si en una frutería hubiese escrito:

SE ACEPTAN HORTALIZAS


¡Ole tu morro!


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[Piero della Biondetta se lo dedica al librero Pepe Relieve, que en una nueva mudanza pronto pasará su tiempo entre verduras]

Bestiario del Quijote (XXII)

El Basilisco, marca del impresor Johann Amerbach

EL BASILISCO

[Ambrosio a Marcela, la amada desdeñosa del suicida Grisóstomo:]

¿Vienes a ver por ventura, oh fiero basilisco destas montañas, si con tu presencia vierten sangre las heridas deste miserable a quien tu crueldad quitó la vida?

[Respuesta de Marcela:]

El que me llama fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala: el que me llama ingrata, no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá, ni seguirá, en ninguna manera.
 
Recurrimos una vez más a los buenos oficios del P. Rufo Mendizábal:
 

Gustavo Bueno, fundador de una revista llamada El Basilisco y autor así mismo de una interesante monografía sobre el fantástico animal, lo considera un tópico de la cultura en la que también se incardina el Quijote:



Xilografía de un basilisco por Lucas Iennisisus

Por su parte, Guzmán Urrero Peña nos indica que:

[...] el basilisco no era tenido por un ser mitológico. Más bien al contrario: en tiempos del Quijote, esa criatura formaba parte de la familia zoológica reconocida por los sabios. [...] La creencia en la vida real del basilisco se debe a otro gremio: el de los falsarios. Los mismos que vendían huevos y ejemplares disecados a los coleccionistas de maravillas. Taxidermistas con oficio, hábiles a la hora de deformar el cuerpo de un pez, la manta raya, que admitía el sesgo monstruoso. A la vista de estos basiliscos disecados, no sorprende que certificaran su autenticidad Ulises Aldrovandi en la Historiae Serpentum et Draconum Libri Duo (1640) y Athanasius Kircher en su Mundus Subterraneus (1664).

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[Gromov, gran degustador de albahaca (basilicum), aromática planta a la que algunos también llaman basilisco.]

27 de enero de 2014

Ficciones 15










[Tinofc]



Las malas lenguas




El Rastro, invierno del 2014





- Mira, Larsen, un libro joyero.
- Gromov, tu curiosidad es infinita.





Oído en el Rastro a dos ultramarinos.


Antes y después





 [La sufrida esposa y el bibliómano irredento]


–Tanto libro nos come: prométeme que en esto no vas gastar más.

–Bueno, cariño: gastaré igual.



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[La viuda desconsolada y el comprensivo librero]


–No puedo con tanto papel viejo: lléveselo todo de balde.

–Bien, señora, le hago el favor. Pero tiene que pagarme los portes.


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[Piero della Biondetta]