Biblioteca

La biblioteca casera y sus adminículos en un diccionario DUDEN  de los años 50 comprado en el Rastro.

El sillón no es orejero, pero el calientapiés no tiene precio.

Biblioteca

[Hoy, durante el rastreo, los entes ultramarinos no hablan del contenido, sino del continente. Pero sólo al principio. El que lea, entenderá.]

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Tinofc: Mirad que estantería más maja. ¿Cuánto pedirán por ella?

Amanuense [golpeándola con los nudillos]: Hombre, la madera no es mala, pero las baldas parecen algo combadas.

Bombita: Y la trasera está picada. Si la metes en casa, asegúrate antes de darle varias manos de Carcomín y luego otras tantas capas de barniz.

Tinofc: Sois de lo que no hay poniendo defectos, le quitáis la iniciativa a cualquiera.

Gromov: ¿Pero, te hace falta una librería nueva? A lo mejor con unos cuantos anaqueles más te apañas…

Larsen: Tenéis que pasaros al ebook. A mí me han regalado uno estas Navidades, y en la maquinita te cabe toda una biblioteca.

Amanuense: ¡No, mira, no! Ahí no llevas razón y me explicaré. Algunas teorías psicoanalíticas dicen que la cama es un sustituto de la matriz de la mujer, un regreso a lo primigenio, pero yo creo que lo que tiene que ser acogedor como el regazo materno es la biblioteca de uno, a ser posible con su calentador de pies y su sillón de orejas. El ebook es algo frío y sin alma.

Gromov: Lo que dice el Amanuense es lógico. Aún más, es etimológico. No os voy a decir lo que significa biblion, pero sí theké, que en griego quiere decir “caja”. O sea, que tanto úteros como bibliotecas son receptáculos.

Tinofc: Pues la mía, más bien se parece a un intestino, de cómo se repliegan sus estantes por todos los intersticios de la casa para ganar espacio. Es como la Biblioteca de Babel de Borges, infinita en su limitación.

Amanuense: O la de Manguel, que fue su lector. Una vez vi un reportaje y es algo impresionante.

Larsen: A mí eso me parece exhibicionismo. Odio a las celebrities que muestran sin pudor sus bibliotecas en los suplementos dominicales o en programas de decoración. Como dijo alguien, deberían ir acompañadas de una indicación como las de algunos medicamentos: “Uso externo”.

Gromov: Por una vez coincido contigo; yo tengo mucho recato en mostrar mi biblioteca. Y espero que esto que voy a decir no se malinterprete, pero la considero una especie de descanso del guerrero o de harén particular, sólo para mis ojos. 

Bombita: Yo, ya sabéis, no llevo mucho metido en el negocio éste de los libros, pero para mí ha sido como una universidad.

Amanuense: Claro, ya decía D’Amicis, el autor de Corazón, que “el destino de un hombre en muchos casos ha dependido de que en su casa paterna haya habido o no una biblioteca”.

Gromov: Eso me recuerda una película bien triste de un director que todo el mundo asocia a la comedia. Se trata de Días de Vino y de Rosas, de Blake Edwards. En ella, por influencia de Jack Lemmon, una joven Lee Remick va dando tumbos y cayendo cada vez más bajo en el alcohol, pero siempre pujando la biblioteca que le había formado su padre…

Tinofc: Lo entiendo, porque es muy desgarrador que te separen de tu biblioteca. Eso se dio mucho durante la Guerra Civil y el exilio republicano.

Amanuense: Bueno, los expurgos de libros no siempre son traumáticos; a veces tienen una función terapéutica, como limpiar un campo de malas hierbas. [irónico] Y además, los espíritus selectos no necesitan de grandes bibliotecas.

Gromov [sentencioso]: Es verdad. Decía Cicerón: “si tuvieras una pequeña biblioteca con un jardín, lo tendrías todo”.

Larsen: Sí, pero creo que echo en falta algo más para eso que modernamente se llama “autorrealizarse”. 

Bombita: ¿El qué?

Larsen [¿profético?]: "Realizarse es trascender, yendo más allá de los hechos, hasta lograr cierto tipo de equilibrio"... cierto tipo de equilibrio, como por ejemplo...ya sabéis lo que se dice: un libro, un árbol y….

Tinofc: ¡Albricias!

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[Contribución de Spasavic, Ph. D., Miskatonic University.]