12 de enero de 2014

Incunable

El stand del incunable ultramarino



Larsen y Tinofc visitan la tienda de Antiguedades [sic] de Cantareros. Desean concretar los detalles de la inminente presentación del libro del Cuervo, otrora posteado serial, que tendrá lugar coincidiendo con el primer año de singladura de la bitácora ultramarina.

El dueño de la almoneda, amojamado cual judío de La piel de zapa redivivo, propone a la sentimental pareja algunas ideas para dar lustre al acto. Pero este anticuario, bondadoso a diferencia del balzacquiano, no les reclama su alma a cambio.



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Larsen: Todos estos muebles habría que apartarlos de aquí para hacer espacio; si acaso se pueden dejar algunas sillas.

Chagrin: ¿Pero cuánta gente esperáis? ¿Va a haber prensa?

Tinofc: Si los que vienen traen consigo a todos sus heterónimos, aquí no cabemos…

Larsen: Y de la parte gráfica y documental me ocupo yo, que soy freelance.

Chagrin: Vale, pero entonces, ¿quién oficiará de maestro de ceremonias? Debería ser un escritor consagrado, o al menos alguien de campanillas.

Tinofc: Pues necesariamente tiene que ser el autor de Librastrófilos: de los del gremio, es quien ha alcanzado las más altas cotas del oficio. Ya le pediremos que prepare un exordio.

Chagrin: ¿Y luego va a haber algún tipo de lectura de la obra en cuestión?

Larsen: Eso, lo que diga el autor. Pero Tinofc, aquí presente, con su voz melodiosa y bien timbrada, podría acometer cumplidamente ese particular.

Chagrin: ¿Y qué hay del picoteo? No habrá ambientillo sin unos canapés…

Tinofc: No queremos contaminarnos con lo material. Por eso no va a haber pitanza, pero sí alguna bebida espirituosa. Bombita se encarga.

Chagrin: ¿Quién ha publicado el libro? A ver si me dais uno.

Larsen: A ti sí, por la hospitalidad, pero no a cualquiera. Éste es el primer ejemplar editado de Manual de UltramarinoS: para el caso, como si fuera un incunable. Ya sabes que se llaman así las obras publicadas desde las primicias de la imprenta hasta el siglo XVI, y que son invaluables. Pues eso es el libro del Córvido para nosotros. Aunque bueno, lo comercializaremos a un precio razonable, porque la cultura no debe ser de balde.

Tinofc: Se me ocurre que podemos poner un puestecillo de venta en el ese confesionario que tienes ahí. Así se hace en los recitales poéticos y conciertos de música: se monta un tenderete y, aprovechando el calor del momento, la gente suele comprar mejor que en frío.

Larsen: Decidido. Esta labor se la emplumamos a Gromov después de mezclarle varios Trankimazines en la bebida para que no se ponga catatónico. Así le tenemos entretenido y no dará guerra.

Chagrin: Bueno, pues creo que no quedan cabos sueltos. ¿Ya habéis mandado las invitaciones?

Larsen: Salen hoy por email para los integrados, pero aquí llevo impresas unas pocas en papel para los apocalípticos.

Chagrin: Pues a mí me dejas una de esas, aunque sólo sea como recuerdo del evento. Una última cosa. ¿Qué os decidió a hacerlo aquí?

Tinofc: No te ofendas, tu local es un sitio con encanto y muy bohemio, pero en realidad eres nuestro plan B (o C, o Z, ya perdimos la cuenta). Lo cierto es que ni en el Conde Luna ni en el MUSAC quisieron saber nada del tema. Y de otros “espacios culturales” que tentamos, como la Biblioteca Pública, la librería Tauro o el nido de la U.R.R.A.C.A., nos echaron con cajas destempladas.



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[Est ubique Spasavicus]


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