Nicolás
González Ruiz fue un notable extractador del Quijote que concibió un plan
maquiavélico: podar la obra de dificultades, pero dejando que siempre hablara
Cervantes. Bajo su tijera (la usó, y física, en el curso de esta tarea, como
llegué a escuchar de sus labios) cayeron capítulos enteros, escenas, párrafos y
frases, hasta que quedó lo que él consideraba el núcleo accesible de la obra.
Si en algún momento, violentada en exceso la trama o la sintaxis por las
supresiones, se hacía necesaria una operacion de sutura, ahí aparecían las
cursivas para dar fe de la intromisión. Todo, como se ve, bastante
irreprochable.
(Jose Antonio Millán, nieto del sudodicho)
A
fin de facilitar una lectura sin interrupciones de la trama principal, se han
retirado del texto original algunos obstáculos que pueden dificultar aquélla.
Esa labor de poda, muy prudente y calculada, dedica especial atención a la
limpieza de los puntos de sutura de los párrafos eliminados, para que la
ausencia de éstos no se advierta en una lectura convencional. Además, los añadidos los he cosido con un hilo que es del propio Cervantes, no mío.
(Arturo Pérez Reverte, abuelo de sí mismo)
Parecidos razonables
Una pregunta para el architipógrafo. La edición de la Academia dice haber elegido la misma bella tipografía utilizada por Ibarra en la de 1780. Pero, ¿la Q de la cubierta no es más bien baskervilliana?
[Piero della Biondetta]
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