26 de diciembre de 2013

Bestiario del Quijote (XIII)


La entrada a la Cueva de Montesinos, por Doré

CUERVOS Y GRAJOS


Son dos, breves pero muy interesantes, las alusiones al cuervo en la primera parte del Quijote, ambas de boca del Caballero de la Triste Figura. Hacen referencia a:

El rey Artús de Inglaterra, que anda hasta ahora convertido en cuervo y le esperan en su reino por momentos.

En otra ocasión el Hidalgo detalla más la leyenda:

¿No han vuestras mercedes leído los anales e historias de Inglaterra, donde se tratan las famosas fazañas del rey Arturo, que continuamente en nuestro romance castellano llamamos el rey Artús, de quien es tradición antigua y común en todo aquel reino de la Gran Bretaña que este rey no murió, sino que, por arte de encantamiento, se convirtió en cuervo, y que, andando los tiempos, ha de volver a reinar y a cobrar su reino y cetro, a cuya causa no se probará que desde aquel tiempo a éste haya ningún inglés muerto cuervo alguno?


El escritor inglés T. H. White, cronista de las transformaciones infantiles de Arturo, se hizo eco de ésta en la última parte de su obra El Rey que Fue y que Será (en la que se basó la deliciosa película de Disney Merlín el Encantador):

El español Don Quijote, un caballero muy culto que se volvió loco por leer leyendas de caballeros, sostiene que [el rey Arturo] se convirtió en cuervo, afirmación que no parecerá ridícula precisamente a quienes hayan leído nuestro humilde relato.

Por su parte, Gabriel Miró es autor de un cuento, El señor maestro, en el que el protagonista rescata un cuervo de las manos de sus protervos alumnos:

Tú te llamarás Arturo, en memoria de otro sagrado cuervo de remotas edades.

El final del ave, a la que prohija, es trágico, e inspiró sin duda el de la milana de Delibes en Los Santos Inocentes, que realmente era un grajo (o así lo parece en la película de Camus).

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Los grajos, parientes cercanos del cuervo, aparecen fugazmente al comienzo del episodio de Cardenio, ya en la segunda parte del Quijote:

Y habiendo rodeado parte de la montaña, hallaron en un arroyo, caída, muerta y medio comida de perros y picada de grajos, una mula ensillada y enfrenada.

Pero la mención principal es la de la entrada de Don Quijote a la cueva de Montesinos, episodio de gran simbolismo analizado por Aurora Egido en Cervantes y las Puertas del Sueño. Fue inmortalizado en un grabado muy conocido de Doré, influido sin duda por otro de Goya, el más célebre de la serie de Los Caprichos:

Y en diciendo esto, se acercó a la sima; vio no ser posible descolgarse ni hacer lugar a la entrada, si no era a fuerza de brazos, o a cuchilladas, y así, poniendo mano a la espada, comenzó a derribar y a cortar de aquellas malezas que a la boca de la cueva estaban, por cuyo ruido y estruendo salieron por ella infinidad de grandísimos cuervos y grajos, tan espesos y con tanta priesa, que dieron con don Quijote en el suelo; y si él fuera tan agorero como católico cristiano, lo tuviera a mala señal y excusara de encerrarse en lugar semejante.

Finalmente se levantó, y viendo que no salían más cuervos ni otras aves noturnas, como fueron murciélagos, que asimismo entre los cuervos salieron, dándole soga el primo y Sancho, se dejó calar al fondo de la caverna espantosa.
El sueño de la razón produce monstruos, capricho de Goya


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[De Gromov para Bruno Marcos “el Cuervo”, por su Suite Voltaire.]

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