24 de octubre de 2013

El Toro



El toro  (Librería Tauro de León)



Taurus Lydiensis Hispanus



He de ser cruel para ser veraz.
(Shakespeare, Othello)

No vayas a Tauro si te gustan las librerías un poco caóticas, con un dedo de polvo y con lo que valen los libros aún en pesetas. Allí, todos están ordenadísimos y suelen estar retractilados (o, en su defecto, los más caros herméticamente forrados de acetato sellado con celo), de modo que están impolutos, pero te impiden ver su contenido. Y si, de casualidad, te encuentras un ejemplar interesante de hace quince o veinte años con su precio detenido, su amable dependienta te dice que esos dígitos son un código interno de la librería y mediante el ISBN te clava su precio actual en euros.
Si lo de hasta ahora fue malo,
lo peor queda por venir.
(Shakespeare, Othello)

La individua ésta es objeto de párrafo aparte. Cuando estás de miranda, jamás te da la luz, y tienes que amusgar los ojos y avizorar la vista en la penumbra si quieres pispar algo. Además, sientes su presencia ominosa mientras hojeas los libros, de forma que te sientes culpable por el hecho de compartir su mismo espacio. Pero no siempre es así: una vez me indicó expeditiva que abandonara el establecimiento (para cerrar un rato y poder salir ella a fumar un cigarro).
De ahora en adelante ya no hablaré más.
(Shakespeare, Othello)

Bien es verdad que se trata de una de las pocas librerías de fondo que quedan, al menos en León. Pero, nueve de cada diez veces, me paso allí horas de rebusca y salgo sin nada (ya conseguiré lo que me interesa en otro sitio). Por eso cuento con los dedos de una mano los libros comprados en Tauro y mis visitas a este acogedor espacio cultural se espacian cada vez más.

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[Segunda incursión en librerías bestiarias de Gromov, el bibliómano sociópata, aprovechando otro de sus intervalos de alta condicional. Nunca hubiésemos adivinado las asociaciones de su mente perturbada: nos confiesa que, en esta entrega ultrataurina, las citas del Othelo están traídas a cuento por la astada cornamenta que el celoso moro creía portar.]




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