12 de octubre de 2013

Vendedores de libros en el Rastro II (Libro Albedrío)




El Rastro, otoño del 2013





 VENDEDORES DE LIBROS EN EL RASTRO
TIPOLOGÍA PSICOBIOLÓGICA




Iconoclasta. Ser deleznable. Tipología somática indeterminada. Se dedica a mutilar libros antiguos quitándoles los grabados para venderlos en otras plazas, dejando para el Rastro los despojos. Tampoco se salvan del cutter  ni los exlibris, ni las dedicatorias manuscritas importantes. Imagínense cuando cae una ejecutoria en sus zarpas, mejor ni pensarlo. Cuando les afeas la conducta te largan su lema: ‘yo con mis libros hago lo que quiero’. Estos sujetos no merecen más bytes.
Una variante es el Iconoplasta (asociado a veces mercantilmente con un iconoclasta de distinta plaza). Este sólo vende grabados y estampas, y a veces también tebeos. Los más viejos, con el tiempo han ido aprendiendo aquí y allá y te dan la chapa justificando los altos precios contándote las técnicas de grabado y la vida del grabador, empleando términos como xilografía, buril, punta seca, agua fuerte…,  y si ven que les haces caso se vienen arriba y pasan a términos extranjeros con acento castellano como mesotinto, oforte, aquatinte…, que quieren decir lo mismo que te contaron hace un rato. Y todo esto gesticulando con la cabeza y ambas manos, como si estuvieran realizando un auténtico grabado. Si quieres huir de la perorata sólo tienes que preguntarles por la procedencia de las láminas.
Otra variante es el Iconocara, más joven que el descrito arriba. Este trata de vender las reproducciones como grabados auténticos, a veces manipulándolas y envejeciéndolas, poniéndolas en marcos con cristal,  otras sin anestesia ni nada, tal cual salen de imprenta.
- Mira que lámina, mira, con la AD, auténtica de Durero. Te la dejo barata.
- Oiga, pero si  es la tapa de la caja de bombones Trapa
-…¿qué dices? Qué atrevido, no tienes ni idea, mira la huella de la prensa…
- Bueno, bueno, lo que usted diga, pero gracias, no me interesa
- Pues andando no me tires por los suelos el género.
Los hay que iluminan los grabados y te los venden como si fueran de época. La técnica empleada casi sin excepción es a la brasileña. Hace años, cuando el que suscribe empezaba en esto de la Bibliofilia, le colocaron una Adarga Catalana, Barcelona, Mauro Marti, 1753, con los escudos iluminados con dicha técnica, o sea, con rotuladores Carioca. Con la emoción del pardillo, y como era uno de los ejemplares en papel grueso, piqué. Lo peor fue que el artista sabía de heráldica lo que yo, el bruto había iluminado los escudos según las normas del dios Loki.

Internista. Especie en aumento, sin riesgo de extinción, es más, amenaza con colonizar todo el Rastro.  Este tipo utiliza el internet a su manera. Consultan en las páginas web el precio de los libros más llamativos. Buscan por título y cuando topan con un listado te endilgan el precio más alto. Si protestas te dicen que no te quejes que ellos no te cobran los portes. Los más osados llevan un aparato diabólico, el aifon con cobertura 4G y consultan in situ.
-  Mira, este vale 650 Euros
- No, hombre, no es lo mismo, ese lo encuadernó Brugalla, está en papel Japón, es uno de los 4 ejemplares con los grabados originales y dedicado por el autor, además  son 650 Dólares, no 650 Euros. 
- Ya, pero es el mismo, mira también está numerado.
- Este tuyo es rústica, sí, está numerado, pero es el 1256
- Bueno, que tu sabes más que yo, pero no te lo doy por menos de 400
Lo peor es cuando no aparece el título, entonces es que no existe más ejemplar en todo el mundo mundial, y en provincias no hay dinero para pagarlo. Es entonces cuando te espetan “este me lo llevo a Madrid que allí me lo quitan de las manos”. 

Impaciente. Suelen ser estos individuos de palabra rápida, gestos atropellados, fumadores, de regateo brusco. Pueden ofrecerte toda la mercadería por una cantidad aleatoria. “Llévate todo el saco por 200 Euros”. Hay que tener cuidado cuando estos vendedores están bajo los efectos del café, pues en el desenfreno se han dado casos de vender el mismo género a dos compradores simultáneamente, casi sin excepción con el agravante de hacerlo a distinto precio.
Ojo no confundir con el mercader tipo Inquieto pues éste está con un ojo en la mercancía y con los otros dos oteando el  horizonte en 360º, como con el baile de San Vito. Con este tipo si se acuerda la transacción es menester pagar justo la cantidad pedida. Si le das de más esperando cambio corres el riesgo de quedarte sin él, pues no es la primera vez que se les ve salir apresuradamente y con lo puesto. Aunque no hay estudios científicos suficientes, la experiencia empírica parece demostrar que en estos sujetos la alteración es proporcional a la proximidad de la autoridad.



[Desde el molino, el ropavejero Amanuense]




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