El Rastro, otoño del 2013 |
No había amanecido en el paseo de la Guinda y ya nos esperaba el incendiario de Gromov dormitando en un banco, iluminado por el cartel de McDonals. En Reto no pudimos practicar ningún tipo de pesca porque ya todo el pescado estaba subastado en la lonja de Orozco.
Según nos acercábamos a la Cacharrería, el Ruso nos contaba la triste existencia de Primo Levi en los campos de concentración nazi, donde los alemanes le humillaban limpiándose en su bata en las prácticas de laboratorio. Nos recordó el tema de la cena submarina; Tinofc sólo puso una condición: "Tenemos que ir disfrazados y con una contraseña (soldados de melanina) para que no se cuele ningún topo.
Nos encontramos con el Amanuense en el Tendido 7. El último de los Panero le saludó con una pregunta: "¿Qué hay de lo mío? El amanuense le respondió con la excusa del remolón: "Se me olvidó en el otro coche". El machadiano Ocramalliv sentenció: "no hay que confundir valor y precio". No sabíamos a qué venía esa misteriosa frase pero la tripulación ultramarina plegó las velas.
El Enciclopedista perdía la poca vista que conservaba repasando un taco de postales de la Restauración. El pícaro de Bombita quiso darle un susto intentando sustraerle algún libro de la cartera palaciega que llevaba como albarda. Al mínimo movimiento se levantó y nos dijo con la certeza de los racionalistas:" Mal halla el caballero que sin espuelas cabalga".
Empezamos la ronda de los días. Gromov, como buen monaguillo del Leopardi del Torío, dice que al Rastro hay que ir en ayunas, pero a él le dio un apretón y tuvo que ir corriendo a la churrería de Santa Ana. Tinofc Tiramillas nos enseñó todas las direcciones, planos y teléfonos de contacto de las librerías de viejo y baratillos de Burgos y Pamplona; El Ferretero piensa irse un fin de semana de romería literaria con la mercera. El alojamiento (los Traperos de Emaús ) se lo ha conseguido el perroviejo de Larsen.
"Estoy fatal de lo mío", exclamó Bombita mientras metía como podía en el coche, un bidón modernista para vendimiar. Nos contó que había encontrado en la escombrera una edición rara del autor Cabeza de Vaca, Naufragios y comentarios, pero que los comentarios se los había comido el gato y, gracias a eso, el precio había sido ridículo. El maletilla empezó tarde en este mundo de la trafullería pero ha aprendido pronto.
El Editor de Labici sacó de la mariconera un mapamundi de las librerías que le había mandado su amigo Bonilla. Se le descubría en el rostro algo parecido a la felicidad cuando con su dedo iba recorriendo todos los rincones de letraherido donde había dejado un trozo de corazón y de bolsillo.
El Ropavejero del molino despejó el día cantando una copla pícara de Toral de los Vados. Buscaba a Gromov para que le diese la dirección de Cuerdo, librero de Valladolid. Este bicho la debió armar parda el sábado en Cadórniga: lo mismo cobraba a precio de catálogo o regalaba un libro de viajes del siglo XIX con la muletilla pedagógica: "Llévatelo y léelo". El más beneficiado de todos fue Michichalequines, que con su chulería ochentera de chapa y gomina, se llevó el mejor lote.
Ya debía ser tarde porque nos encontramos con Demóstenes y sus filípicas montando su puesto. El Primo de Freud nos contaba sus primeros pasos como aprendiz de buhonero. Empezó vendiendo la revista Vértice a las librerías de esta ciudad provinciana, donde la mayor enseñanza se la dio Bigotines: "Este oficio se aprende rápido", y su primer bono que nunca usó , se lo regaló el Deán de la Colegiata. Terminó su perorata amenazando con mandar material a su nueva sección Libro Albedrío. Nos quedamos con la copla.
Cuando nos íbamos aparecieron la pareja Maigret y Dupin con la alegría de los bien desayunados. Simenon nos confesó estar sufriendo un insomnio otoñal que procura vencer leyendo a Cioran y al Papa Francisco. Nos habló de dos tipos de suicidas: los malos y los buenos, estos son los que no amenazan con su muerte y lo hacen antes de los veintidós años.
Como rito final nos congregamos en el coche del Polaco, reconocible por su pegatina del Che, que consiguió en sus excursiones de soltero a la Cuba de Fulgencio Batista. Empezó a desgranar un ramillete de minucias: un cartel de Cármenes donde aparecía el artesano de Tejuelo, marcapáginas del Musac, diferentes libretas de editoriales y postales de RKR (que gastan más dinero en ellas que en los libros). El Galateo utiliza las agendas más hermosas que hemos visto por estos barrios, no para escribir, sino para guardar todas esas cosinas que le alejan de la fugacidad de la vida. (Manías de artesano de volutas)
Antes de irnos nos felicitaba el Amanuense por el blog, y nos decía con la verdad en la boca, que el mayor éxito de la tienda ultramarina, había sido la socialización de Gromov, que cada vez pasa menos tiempo en el pabellón.
Con las canciones de León-Benavente, el fans de los Sirex desapareció del paseo. El resto seguimos la senda de los quincalleros, soñando con segundas oportunidades que dificilmente se dan en este páramo de Sonora.
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