23 de octubre de 2013

Vendedores de libros en el Rastro V



El Rastro, otoño del 2013



 VENDEDORES DE LIBROS EN EL RASTRO
TIPOLOGÍA PSICOBIOLÓGICA



Puntiglioso. Se le reconoce al momento. Tiene los libros meticulosamente colocados, normalmente por tamaño. Tienes que pedirle el libro que te interesa, nunca trates de cogerlo sin su permiso salvo que te sobre una mano. Desistirás de pedírselo si ya se lo habías pedido el Domingo anterior, de lo contrario entenderás perfectamente el dicho ‘caradeperro’. No te quedarás pasmado viendo los libros sobre la mesa, auque no los toques. Es preferible dar varias vueltas, pero sin abusar. Por supuesto, si te ve con las manos sucias por haber estado revolviendo en alguna escombrera olvídate de acercarte al género. Los libros en rústica están metidos en bolsas de celofán crujiente. Le molesta si tratas de ojearlo, pero si pretendes hojearlo tienes que darle un anticipo porque tiene que quitarle el celofán. Jamás atiende a más de una persona a la vez. No regatea, es de piñón fijo.
Febril, ansioso y angustiado hasta que no se produce la venta. Si se produce oirás una bocanada de aire, de lo contrario un bufido. Sumo tacto para indicarle que en la portada hay caquitas de mosca, aunque sean de moscardón y negras negras, pregúntale –repito, sumo tacto- “qué son esas pintitas nacaradas” o algo parecido.
Con el tipo Puntiglioso tienes la garantía de la integridad de lo que adquieres.

Rencoroso. Con este ejemplar hay que recurrir a intermediarios. Sólo se le hace una adquisición en la vida. Es el que ya no quiere venderte nada porque el envidioso de turno le chivó que el ‘Pabellón de reposo’ que te vendió por 1 Euro era primera y estaba dedicado por Cela. No es raro el caso en el que el resentimiento abarca a todo el círculo de amistades del apestado con lo que éste ha de recurrir a algún espontáneo para que consiga esa pieza que ha visto y le quita el resuello.

Restitutor. Temibles. Carecen de psicomotricidad fina. Se caracterizan y alardean por re-encuadernar, embetunar, limpiar, pulir, abrillantar, encerar, dorar, fijar…en fin, por practicar las artes del libro como si tuvieran muñones en vez de manos. Los materiales de restauración  preferidos son cinta adhesiva, ‘Super Glue’, betún líquido y lija del 9, y como herramientas utilizan preferentemente la escofina, el martillo y los más desenfrenados el escoplo. La aparición del ‘cutter’ les simplificó mucho la vida, pero la exaltación máxima se produce cuando consiguen una guillotina. 
Que los márgenes son muy amplios, nada, qué desperdicio de papel, a guillotinar justito por encima de la primera línea; que el libro está intonso fácil arreglo, no necesita herramienta, vale con el canto de la mano; que el pergamino está separado del cuerpo, toma ‘Super Glue’, que el grabado tiene una rasgadura, manos a la obra con esta cinta adhesiva… toma restauraciones. 
Aciago día aquel que le hablé a Ridruejo de las bondades de la goma laca en algunas pieles. A los pocos días se me presenta con una primera de ‘Aromas de Leyenda’ rústica a la goma laca, casi me da algo.


Sísifo. Tipo obstinado, constante, tenaz, perseverante. Todos los Domingos, con frío, calor, lluvia, nieve, salga el sol por donde salga, acude puntual a la cita. Pacientemente coloca el tenderete y con pachorra va acoplando los libros, los mismos libros de siempre, en los mismos lugares de siempre. Nunca hay novedades. A diferencia de otros libros invendibles, estos no acumulan polvo. Muy de cuando en cuando colocan como novedad en el extremo de la mesa más alejada del público, una caja de zapatos con plumas estilográficas, escapularios y dedales (estos son en los que me he fijado yo, pero me han contado que también ponen llaveros, cajas de cerillas, botones y pines). No son raros los casos en los que se les ofrecen libros y éstos son rechazados ´porque no tengo sitio para ponerlos, ya no me caben más en la mesa’. Comentan las malas lenguas que no pagan la tasa dominical al Ayuntamiento ya que estos puestos se consideran parte del mobiliario urbano.


[El Amanuense]


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