El Rastro, invierno del 2013 |
El Ilustrado llegó con ganas de trabajar y nos dijo que iba a descargar la mercancia de Reto; a él, se le unió el Pescador.
Vimos como algunos carroñeros no respetaba el pacto entre caballeros (no entrar a saco), pero ya no quedan romanticos en esta orilla de la vida.
Gromov, compañero del pabellón nº 6 de Panero, exclamaba continuamente: "no pillo nada, no pillo nada..." Todo parecía teatro del pánico de Arrabal. El inspector Ocramalliv encontró un curioso libro de la colección Murder Club, su autor era el Balzac de la novela popular. El erudito Gromov apuntó que este escritor, con el nombre de Silver Kane, dominaba el far west.
En el cajón de los libros obsoletos (¡qué rápido envejece los libros de informática!), vimos un hermoso catálogo de grabados que el ausente Marchante hubiera tasado muy alto.
La calle Cacharrería s/n estaba más frecuentaba que nunca debido a la mejora del tiempo. Tinofc, discípulo del mago Houdini, sacó de la manga una estampita con la imagen de la Virgen de los libros . Empezó a repartirla antes de que la policía local llegase y lo detuviese por el timo de la estampita. El Amanuense y Larsen, al unísono, recitaron la oración de la Virgen para que la suerte les acompañase en ese valle de lágrimas sin libros.
"¡A ver, a ver, a ver!", se oía de fondo la queja del zopilote de Rulfo. Dimos un paseo para que hiciesen efecto nuestros ruegos. Nos paramos en el Desengaño para saludar a Demóstenes, el orador, pero se había ido a desayunar con Filipo II de Macedonia.
A lo lejos entre la multitud vimos al bohemio Gromov en la sección de cortefiel probándose unos pantalones asesorado por mimamamemimamucho, y más tarde en la sección de cosmética con unas cremas de Yves Rocher.
Nos llamó el Amanuense para enseñarnos el ejemplar nº1 de TBO y el libro "Robinson" de la biblioteca nueva, 1929. Una joya (Compro oro y plata) del género comedia decorativa en tres frisos.
Messi se escondía cada vez que pasabamos por su lado y le dije a Tinofc que le regalase una estampita para que tuviesen más suerte con los milaneses. "Sólo sirve para los libros" dijo el editor.
Del nido cayó el Cuevo Nevermore para quejarse umbralianamente de que la portada de su libro salía muy oscura en el blog (¡Vanidad de vanidades!). Nos contó la triste historia de un escritor, vecino de su madre, que le vio una noche tirando al contenedor toda la edición de su libro sobre Sartre, después de que lo fusilase el zar Nicolás en el Diario. Unas semanas después todos los libros aparecieron en el Rastro, en el kiosko de la Urraca, con el siguiente letrero: "Por la compra de tres revistas regalamos un sastre". ¡ Existencialistas del mundo, uníos! Seguía el Cuervo largando como un testigo protegido de la mafia. Nos habló de su nueva obra de teatro que iban a representar pero les faltaba el director, a poder ser que no fuese la monástica foca; de la entrevista a Colinas, de los Diarios de Baroja, del Rastro de Gómez de la Serna, de la Exposición de las ruinas bajo los auspicios del mecenas Coronita... La llegada de Zapata y su novia de Sonora interrumpió el discurso Onirocrítico.
La mañana se había alargado demasiado cuando el Cuervo nos invitó a seguir al Deán de la Colegiata y su cruzada de las Sonatas de V. Inclán, como devoto lector del Código Da Vinci. Con la sentencia del editor de Labici: "el tiempo es una losa", nos fuimos a por unos churros mientras el pájaro de mal agüero empezó la procesión con el Canónigo a la búsqueda de Vidas sombrías de Baroja.
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