22 de marzo de 2013



Memorias de sobremesa., Rafael Azcona.
El Rastro, primavera del 2013





RELECTURAS (I)

Como no es cosa de dar aquí la lista de unos autores o unas obras más o menos canónicos, y en los que por fuerza coincide todo el mundo, con el mismo criterio que me guiaría si hablásemos de comidas y se tratara de repetir o de rechazar un plato, diré los libros que me gusta releer y los que ya no releo. Pero quede claro que aborrezco el hígado y sin embargo no me cuesta nada admitir que tiene un altísimo valor nutritivo, y que me gusta el huevo frito aunque me haga daño.
Y vamos con la elección del menú; para que quede claro lo subjetivo de mi juicio, los platos apetitosos y los no apetecibles los escogeré cuando pueda entre los de un mismo autor. A ver, me apetece releer: La Odisea, no La Ilíada; el Swift de La modesta propuesta para impedir que los pobres de Irlanda…, no el de los Viajes de Gulliver; Leopardi, no Manzoni; el Lazarillo de Tormes, no El buscón; El doctor Jekyll y Mr. Hyde, no La isla del tesoro; el Cándido de Voltaire, no Zadig; Los papeles del Club Pickwick, no Cuento de Navidad; Chéjov, no Dostoievski; Los Miserables, no Nuestra Señora de París; Ambrose Bierce, no Henry James; Rojo y Negro, no La cartuja de Parma; El ruedo ibérico, no las Sonatas; Madame Bovary, no La educación sentimental. Y así.

Rafael Azcona, Memorias de Sobremesa.





[Adjunto imagen de uno de los libros más lúcidos y entretenidos que he leído, comprado en el Rastro de Valladolid a poco de morir Azcona].





[Colaboración de Gromov]






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