26 de marzo de 2013




Memorias de sobremesa., Rafael Azcona.
El Rastro, primavera del 2013Añadir leyenda




RELECTURAS (2)



Claro, también tengo mis santones. Dickens, Cervantes, Kafka, Baroja, Machado...

En cuanto a Dickens, más de una vez me ha sucedido hacerme amigo de alguien que sabía quién era Sam Weller; durante años el Quijote lo leí como leen los protestantes la Biblia, abriéndolo por cualquier lado; a Kafka me lo presenta Mingote, que me da a leer La metamorfosis; que tío, Kafka, te describe un juzgado, y en lugar de partir del respeto reverencial a la Justicia –que es lo mostrenco– te habla de mesas con manchas de tinta y de una puerta a través de la cual se ve a una mujer que plancha o tiende la ropa.

Baroja me descubrió la literatura y me convirtió en cliente de las librerías. Las Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox eran para mí mucho más apasionantes que las que corrían el capitán Nemo o Sandokán, quizá porque las andanzas de Silvestre Paradox y su amigo don Avelino Diz de la Iglesia eran lo que, en otro libro de don Pío, no recuerdo ahora cuál, un personaje llamaba “diligencias vanas”. Vamos, que yo me apuntaba al pesimismo. Y a los antihéroes.

Y de Machado…A mí me parece que una de las personas más respetables que ha producido la especie humana es don Antonio Machado, y me duele cuando alguien hace ese gesto despectivo que se dedica a quien se considera poca cosa. O “antiguo”, que es peor.
Rafael Azcona, Memorias de Sobremesa





    [Colaboración de Gromov]






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