20 de mayo de 2013

La Regenta



Una temporada en el infierno






LA REGENTA

¿Ana Ozores en nuestro Infierno? ¿La Regenta, novela erótica? Si se trata de sugerir más que de mostrar, de incitar más que de transgredir, de debelar instintos más que de desvelar pasiones, la respuesta es afirmativa. Ya en su día así lo señaló Pérez Galdós, prologuista de esta sui generis “novela de la lujuria” cuando, por la misma época, su autor era tildado por el obispo de Oviedo como un “salteador de honras ajenas”.

Lo ha visto muy bien Jean-Francois Botrel en un artículo cuya lectura recomendamos: Alquimia y saturación del erotismo en La Regenta, del que extraemos el siguiente párrafo, muy significativo:

La lujuria y el erotismo afectan a todos, activos o retirados, sin distinción de edad, de clase social ni de estado, en la ciudad y en el campo, en los lugares menos pensados (catedral, panera, carbonera,…), en el presente y en el recuerdo; es genético o sofisticado, leído o vivido y a veces sublimado, espontáneo o celestineado, hetero u homosexual; se narra como una hazaña épica, se manifiesta sin ser descrito, se supone o se calla, contamina incluso a objetos y personas, y llega al extremo de la negación: “esto no tiene sexo”.

Si algún estamento salió vivo del escalpelo de Clarín (creo que fue Alarcos Llorach quien lo señaló) fue el universitario, al que pertenecía el propio autor. Por la época de la acción de la novela, este era un ámbito estrictamente masculino, pero tal vez  hoy en día…

Se han encontrado numerosas influencias en esta obra: el Flaubert de Madame Bovary, especialmente en las escenas de teatro; el Eça de Queiroz de El Crimen del Padre Amaro y  el Zola de La conquista de Plassans, por la injerencia del elemento eclesiástico en ámbitos ajenos a su labor pastoral… Pero un atento lector nos ha indicado otra fuente que (creemos) no se ha puesto aún de manifiesto, y que es una referencia fundamental en la literatura libertina,  que con toda seguridad Clarín conoció y leyó: Choderlos de Laclos, cuyas Relaciones Peligrosas comienzan con la cita:

“He visto las costumbres de mi siglo y he escrito este libro”


que muy bien podría haber suscrito el propio autor asturiano para su crónica de época. Así, la seducción de la Regenta por Mesía sigue las pautas de las de la Presidenta Tourvel por Valmont. Pero no sólo existe este paralelismo Regenta/Presidenta: incluso el otoñal galán de provincias toma del vizconde su costumbre de “ceder” sus antiguas amantes, y tal destino final es sugerido como uno de los posibles para la heroína de nuestra novela, no menos ácida y cruel que la de Laclos.


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[Colaboración exclusiva del barón de Charlus. Por su parte, Jupien se contenta con la versión cinematográfica, muy estimable, de Méndez Leite y aún no ha leído la novela. Esperemos que este comentario le anime a hacerlo.  En la imagen, nuestra edición en Libro Amigo de Bruguera.]





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