7 de abril de 2014

Trayectoria


Feria del Libro Viejo de Valladolid, 2014




Gracias a una sugerencia del bibliotecario ácrata con el que coincido a menudo en mis huroneos supe de unos restos de libros del exilio republicano de Ruedo Ibérico y de esta Colección Ebro de las Editiones de la Librairie du Globe, cuya existencia desconocía. En especial, me recomendó encarecidamente la Trayectoria del que llegó a ser general de la República Antonio Cordón, un título muy adecuado para un libro de memorias que lleva por subtítulo Recuerdos de un artillero. La colorista portada de Alberti hace también referencia al tema del libro, impreso en Rumanía en 1971 pero con pie de imprenta en París.


Para dar idea de su estilo divagatorio traigo aquí unos párrafos referentes a la etapa de formación de su autor (quien llegó a ser, ya en el exilio, periodista, confereciante, escritor y profesor de literatura española en la Universidad de Praga).


Había empezado a formar mi biblioteca, desordenadamente, constituida principalmente por libros de historia, monografías, biografías y memorias, geografía, viajes y también novelas, poesía, teatro. Todo el dinero de que podía disponer lo dedicaba a comprar libros o pagar suscripciones y plazos de los adquiridos por ese medio. Conocí entonces a un vendedor de libros que recorría España representando a varias casas editoriales. Años más tarde habríamos de estar unidos por una sólida amistad. Era aquel hombre Rafael Vidiella.
 ***
En el Café Moderno hice amistad con una serie de personajes y personajillos, tipos excéntricos algunos. Había entre ellos un miniaturista japonés, que me regaló una de sus composiciones eróticas, un alemán riquísimo apellidado Kugelman, hijo de un propietario de una fábrica de botones que decían ser una de las más importantes del mundo, un teniente coronel de infantería, inventor de la promoción de Alfonso XIII, un boticario de Pontevedra tocador de zanfonia o zamfoña (*), y otros.


***
Entre los oficiales de izquierda del pequeño grupo anti-dictatorial  del regimiento estaban dos capitanes con los que me unía una amistad muy estrecha: Julio Álvarez Cerón y Antonino Caruncho (**), nieto este último del fabricante de los célebres cigarros habanos que llevaban su apellido por  marca. Los tres amigos éramos de sentimientos republicanos, aunque hasta entonces no nos habíamos afiliado a ningún partido. Digamos que éramos militantes republicanos en embrión. Hacíamos los tres algo que chocaba a la mayoría de los oficiales: leíamos “EI Sol", "El Liberal" y "El Heraldo de Madrid"; y a veces hasta "El Socialista". Álvarez Cerón había heredado del alemán Kugelman, cuando éste se marchó de Pontevedra, la gran habitación que él ocupaba en el hotel y había arreglado a su gusto. En las dos paredes laterales había hecho construir el alemán unas estanterías que llegaban hasta el techo. Las tenía abarrotadas de libros en francés, inglés, alemán y castellano, y se los dejó también en herencia el generoso y original alemán a mi compañero. Aquellos libros, salvo los escritos en alemán, idioma que desconozco totalmente, me proporcionaron sabrosa lectura durante mucho tiempo.

 ***

(*) Especie de viola medieval movida a manubrio. A sus sones solían recitar los troveros en aquellos lejanos tiempos en que todos ellos empleaban el lenguaje galaico-portugués, el de Martín Codes y Macías el Enamorado, el que empleó para sus Cantigas Alfonso X, “el único rey sabio que tuvo España” que dijo el poeta gallego del siglo XIX Manuel Curros Enríquez.
(**) Así nació la sociedad “Las Tres Ces”: Caruncho, Cerón (todos lo llamaban por su segundo apellido), Cordón.










  Reediciones modernas en Grijalbo y
 Espuela de Plata














[Gromov]



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.