9 de abril de 2014

Novela por entregas


El martirizado libro de Bombita


[Bombita, nuestro errático cometa ultramarino, se ha topado con un abultado mamotreto muy desportillado, con rústica encuadernación artesanal, al que faltan las primeras y últimas páginas. Hojea el tocho, que suelta profusamente polvo de varias generaciones, cuando aparece el resto de la tropa.]


Bombita: A ver si alguno me sabe decir qué demonios es este amasijo de hojas.

Amanuense: Por el tamaño, si no es algo legal, tiene que ser una novela por entregas. [Lo examina con ojo experto] Justo: es un tomo descabalado de El Martirio de una Madre.

Larsen: ¿Y tiene algún valor literario, monetario, o lo que sea?

Tinofc: Si lo tiene, será sentimental, para quienes leían semejantes momios al calor familiar en su infancia.

Gromov: Disiento. La novela por entregas es todo un género literario de gran interés sociológico (lo ha estudiado Ferreras, entre otros). Su origen está en los folletines franceses de Eugenio Sue (todavía se encuentran antiguas ediciones de Los misterios de París y El Judío Errante), que se comieron el mercado editorial de su época.


Larsen: Ya soltaste el discursito, Gromov. Pero no nos vendas la moto: hoy nadie lee semejantes novelones.

Amanuense: Tal vez no. Pero, por influencia suya, Balzac escribió la segunda parte de Las Ilusiones Perdidas, y  Víctor Hugo Los Miserables. Y en Rusia también Dostoievski llegó a publicar por entregas “cositas” como Crimen y Castigo, lo cual tiene mucho que ver con su forma de componer los personajes.

Gromov: Eso es. Y Dickens en Inglaterra también publicaba periódicamente. En los malecones de los Estados Unidos, sus lectores americanos esperaban impacientes las nuevas entregas de sus obras para ver si tal o cual personaje había muerto o no. Justo como ahora los ávidos lectores hacen con cada libro de Canción de Hielo y Fuego (Juego de Tronos para los televidentes).

Tinofc: Ejemplo estúpido donde los haya.



Amanuense: No menosprecies lo que no conoces. Y no está mal traído, porque la novela es al cine lo que la novela por entregas a la televisión. Ya habréis oído mil veces que si Shakespeare hubiese nacido en nuestra época, habría sido guionista de alguna serie de la HBO.

Bombita [que no suelta su presa]: Todo eso me parece muy bien, pero esta novela, ¿merece la pena o no?

Amanuense: No tengo ni idea: el papel y la impresión es infame. Y por el título parece algo muy lacrimógeno. Mira a ver si están las láminas.

Bombita: Alguna hay, pero la mayor parte están arrancadas.

Gromov: Eso es porque la gente, antaño, a falta de cuadros, pegaba estas ilustraciones en las paredes. Yo tengo una Genoveva de Brabante completa, a falta de las láminas, justo por eso que os digo.

Tinofc: Yo, la novela por entregas que conozco y aprecio es El Rey de Sierra Morena, que cuenta las andanzas del bandido andaluz José María “el Tempranillo”, un antecedente de Curro Jiménez.

Larsen: Pues a mí, que soy el más joven de todos los presentes, lo que contáis me suena a batallita del abuelo Cebolleta. Aunque, si bien se piensa, ahora que ha muerto la cultura del fascículo, el reducto de las novelas seriadas es el mundo virtual. Mirad si no los Mortisagas y Dakovikas. Incluso nuestros posts blogueros no son otra cosa que las entregas de una novela en curso…

Gromov: Eres trapielluno hasta la médula, Larsen; y si no lo digo, reviento. ¿De qué me sonará a mí eso de “una novela en marcha”?
 




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