21 de abril de 2013

El pelícano

    Pie pellicane, Iesu Domine, me immundum munda tuo sanguine.
Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame, a mí, inmundo, con tu sangre.


Adoro te devote, compuesta por Santo Tomás de Aquino.



BESTIARIO

El pelícano (pelecanus onocrotalus), según los antiguos, se autolesiona provocándose sangre para alimentar a sus crías. 
Esta leyenda, transmitida por el Fisiólogo y moralizada en los bestiarios medievales, ha permitido asociar esta ave a la figura de Cristo, quien se inmola y da de beber su propia sangre a sus discípulos. “Me parezco al pelícano del yermo”, reza el salmo 101 de la Vulgata.
En La Rama Dorada, Frazer rastrea los orígenes de este mito. Por cierto, en Apocalipse Now de Coppola, el libro anterior figura entre las lecturas del Coronel Kurtz, de ominosa y breve presencia, aunque su figura gravita a lo largo de todo el metraje. Y, en cierto modo, también él permite una ceremonia de sangre que es una especie de suicidio asistido.
Mucha sangre hay también en otro film de Coppola, Drácula de Bram Stoker. No recuerdo si ocurre en la película, pero en la novela el vampiro que le da nombre se abre con las uñas las venas de su propio pecho para dar de beber su sangre a una de sus víctimas. En la excelente edición de Cátedra, Juan Antonio Molina Foix ve en este detalle un rasgo crístico y lo relaciona también con el supuesto comportamiento del pelícano.
Más información puede encontrarse en un libro de referencia, hoy casi inencontrable: Ornitología Emblemática de José Julio García Arranz.

Adjunto una estampita encontrada ayer mismo en el interior de un libro de Funciones Litúrgicas en Libros&Libros, Valladolid.







[Colaboración de Gromov]



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