19 de febrero de 2014

Bestiario del Rastro (IX)




Los Más Preclaros Especímenes de la Rastrosfera

IX

Barbo Gitano


Quién sabe por qué, existe una gran asociación entre el mundo animal acuático y la gitanería. Baste con citar los apodos de algunos de sus más famosos artistas flamencos: Camarón, Cigala, Pescaílla,… De hecho (lo que sigue no es zoología fantástica, sino muy real, cf. gypaetus.org), uno de los peces de río más abundantes y apreciados, el Luciobarbus Sclateri, se denomina vulgarmente “barbo gitano”. Esta es una explicación del éxito de su supervivencia: 
El barbo gitano ha sido capaz de aprovechar muy bien los nuevos hábitats de ríos embalsados, siempre que tengan tributarios que permitan el desove y el refugio de los alevines frente a la predación de las especies introducidas. Así se ha convertido en una especie autóctona de las más ubicuas, siendo localmente muy abundante. Se alimenta casi de cualquier cosa, desde macroinvertebrados hasta pequeños peces, pasando por detritus y plantas.
De manera análoga, también en ese coto cerrado que es el Rastro ha proliferado con una gran implantación el vendedor gitano (es vago su origen; su denominación deriva de aegyptanus, por haber sido Egipto una de las etapas de su histórica migración) hasta el punto de que hoy en día su población parece haber perdido en buena medida el tradicional carácter nómada y haberse asentado bastante.

Sus miembros mantienen un alto nivel de cohesión (aparentemente son todos, en mayor o menor grado, de la misma familia) y son reacios a la inmersión o la hibridación con otras especies. Comercian con todo lo comerciable y se han hecho hueco por méritos propios en un difícil mercado, donde la supervivencia de la especie sigue pautas malthusianas: pues la feroz competencia crece en progresión aritmética, al tiempo que el escaso dinero en circulación decrece en progresión geométrica.

Confesamos no entender sus modos de pensamiento: en concreto, sus inusitadas estrategias de venta (aquí tenemos en mente la variedad de los librastrófilos, que es con la que más hemos tratado). En ocasiones te piden una nimiedad por un incunable y otras veces quieren un Potosí por un adoquín de biblioteca. Además, aunque te interese un solo libro, seguro que te compensa más hacerles lote, aunque luego la media docena de ladrillos de añadidura los tengas que reciclar. Y que no se te ocurra dar tú la primera cifra en el regateo, aunque ésta sea justa: despídete entonces, porque te crujen. En definitiva, que la relación calidad / precio es un arcano para ellos (aunque no para nosotros: casi casi cumplen matemáticamente la ley de que calidad x precio = constante). Pero es eso precisamente, la imprevisibilidad de sus valoraciones y lo inesperado de sus mercancías, lo que nos atrae a sus puestos como moscas a la miel (o a la mierda).

Últimamente, sobre todo los especímenes más jóvenes, nativos digitales algunos de ellos, hacen uso de internet, incluso in situ mediante móviles de última generación (les chifla la tecnología punta), para calibrar la cuantía monetaria de sus artículos. Pero no parece que en eso le estén sacando demasiado partido a sus modernos artilugios, pues incluso con tal asistencia técnica, sus salidas de pata de banco nos dejan tan descolocados como cuando fían simplemente a su instinto.

La presencia gitana, consustancial al Rastro, no parece peligrar a medio plazo, pero si cupiese tal eventualidad sería una clara candidata a obtener el marchamo de especie protegida, y el Rastro el de enclave de incuestionable interés medioambiental.


[Frenología: braquicefalia, etmoides anfractuoso; Fisiognomía: cara atezada, ojos oscuros, orejas redondas, nariz y labios perfilados].

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[Gromov] 

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