8 de mayo de 2014

Al muy avellanado Don Amanuense




Poca altura he de alcanzar, querido avellaneda, si he de encaramarme a la bajura de tu calentura literaria para alzarme. Y si es mermada o menguada la Dakovika, si es grande o pequeña, breve o lerda, es cosa que a ti no debería interesarte para adornar tu villanía pues más desdórate que otra cosa el haberte rebajado a continuar novela, según tú, tan necia y que a todos, agotada la edición, ha encantado. 

Si a este que le dicen sus allegados y cercanos "el amanuense" le diese en tener una tercera mano le serviría para quitarse de una mi obra cumbre y de la otra la infame pluma. 
Arrapiezo es todo en Dakovika, querido delincuente juntaletras, porque de las basuras y harapos del tiempo trata y versa, si Karenino es en blanco y negro es por algo y no por nada, y es un galgo, flaco y vago, que bosteza, orina y defeca pero que nunca copula y menos en las comisarías. Es un galgo quijanesco que vive desde los tiempos aquellos sobre cuyo espinazo las obras de fiodor cuelgan. Y Larsen es mezquino y no poeta, trapero del tiempo y no de letras, traficante de nadas y de todos, sombra y alter ego de lo peor peor de ese "el cuervo".
Y por otro lado está ese sosias de Larsen transmutado en editor Malabia cuyas estampillas saca a expensas de lo ingresos originados de mi arte cuyos huesos he de moler al verle en el instante.


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